Es cierto, somos raros, y deambulamos por la red y por la vida con un motón de historias en las espaldas y una soledad que en realidad no busca ser rescatada. Leo a quienes en brotes manifiestan sú inconformismo, o sú dolencia, sú lucha y sú buena intención repleta a veces de ira e incomprensión, y está en nosotros toda la fuerza necesaria para que esos «normales» que jamás se les siente ofendidos o infelices o incomprendidos sigan jugando al juego de un sistema que ya roza el esclavismo, pero no sólo sucede en la red, creo que lo he entendido, todos esos que necesitamos ser escuchados profundamente por alguien que no juzgue tú camino recorrido, estamos por todas partes, en realidad estamos todos, sólo que la mayoría olvidados de sú inquietud por aparentar la tan bien vista felicidad, y a la vez.. uno es feliz a sú manera, ya sea en compañía o en la más buscada soledad, todas esas personas que en algún momento me contarón parte de sú vida son las personas que realmente tienen la personalidad suficiente como para combatir y combatirse, de hecho no conozco a ningún cuerdo que no se haya avergonzado alguna vez de su equilibrada manera de vivir, sólo que lo esconden, a base de familias bien estructuradas y maestros amaestrados, pero quién siente realmente mejor la vida que alguién que es capaz de vivir como algo maravilloso el momento más simple, un gesto, una mirada, una palabra, una canción, un beso sincero, alguien que se preocupe, alguien a quién hacer reir, alguien a quién acompañar aunque sea un sólo día, unas horas, y depues está el resto de la vida, que consumimos a base de divertimento y trabajos mal pagados, pero la esencia está en esas personas que leo solitarias en las redes, en esas que por unas horas compartes vida real en la calle, en esas que confian, las que se atreven a conocer a lo diferente. «Piensas como un hombre de acción y no te veo te veo pelear» dice la canción. «Cada día yo lucho para no decaer» dice otra, y envejecer con valentía y dignidad, sin pisar pero firmes, firmes en la honesta manera de buscar algo de utopía en la vida, que tal vez sean palabras de un iluso, pero confío en esas personas que saben estar a solas y compartirse, esas que sufren a la vez que sueñan, además, ¿que más da?, a estas alturas dudo que un servidor vaya a ser alguien por meritos creativos, y por laborales todavía menos, así que sólo me queda la vida, y la vida te da cuando estás buscando, y yo busco los colores de su cuerpo y el sentir de estos pajarillos que tan madrugadores, al contrario que yo, amenizan mí caída al sueño. No dejéis de luchar todos aquellos a los que la soledad o la vida les tiene encerrados, la libertad se logra en un suspiro, y en ese supiro espero verte mañana. Cuando ya no me esperes, así podré sorprenderte.