Discurre la vida en este paso lento con la serenidad y a su vez el sentimiento de ser insignificante en un mundo atado a las prisas que desconoce de la existencia de mi obra, terco e indiferente a todos mis intentos de darla a conocer. Y es que ya no hay tiempo para la música, esa que para otras generaciones fue alimento vital y semilla de un crecimiento. Hay tanta abundacia de posibilidades que el mundo ya no tiene a la músixa como fuente intelectual de emociones, se ha convertido en un simple relleno tipo música de ascensor o de cena en restaurantes y hoteles. Con la llegada de las plataformass digitales parecía acercar el mundo entero hacia el artista, pero en realidad sería casi casual que alguien llegara a encontrarte en un mar de artistas y de músicas. Claro está que con una buena cartera y un buen trabajo de marketing y publicidad las cosas llegan mucho más lejos y mucho más rapidas, habiendo dejado la industria de creer en otras formulas que no sean las de unos cuantos millonarios de dudosi talento y sin duda sin alma. De hecho el 80% de la música que se consume es toda igual, sin valor en los matices y por supuesro acotadas en sonidos creados fuera de lo orgánico y atados a voces trucadas, con letras que podría escribir cualquiera que le dedique un poco de tiempo a ello. Aunque no soy de los que piensa que antes las cosas eran mejor o se valoraban más, en realidad tengo una pequeña convicción de que llegará un momento en la historia de la humanidad y la música en la que el merito y el talento estarán acordes con lo que uno reciba.
Por mi parte ni espero ni ya me importa un reconocimiento, mucho menos premios comprados ni fans aduladores. De hecho mi misión ya solo consiste en mantener las ganas, mantener la ilusión por descubrir, explorar nuevos caminos y esforzarme en subir un peldaño más de la escalera que en realidad no me lleva a ningun lugar, mucho menos a la fama.
Si te soy sincero, deseo más una vida tranquila y libre, en la que pueda ocupar mi tiempo en mi pasión y las pocas personas que permanecen a mi lado, o las nuevas que puedan llegar. De ese modo habré recorrido un camino en una carrera musical habiendo sido absolutamente libre, si bien en los inicios viví fuertes presiones en los directos. Ya esa idea de andar en la carretera de un lado a otro se me queda incómoda e incluso infantil, aunque bien sé que es en un escenario donde uno se muestra al mundo realmente, pero… dudo logré ni la fuerza, ni la ayuda, ni el dinero suficientes para llevar a cabo algún espectaculo de las dimensiones que mi obra requeriría. Eso sí, no me cierro puertas a intervenciones o colaboraciones con otros artistas, ni descarto el juntarme con un grupo reducido de músicos y por el simple placer de tocar pasar las horas. Eso sería sin contar con mi obra, sería como empezar de nuevo siendo aquél joven que inició con un trombón y al tiempo cogió una guitarra y dio algún concierto con música más juvenil o digamos de grupo en lugar de Autor.
Lo que es seguro es que ni el mundo del cine me ha abierto puertas, ni hay apenas radios que emitan música como la mía. Me temo, sabiendo perfecta y conscientemente de su valía y su grandeza, que me tocará morir para vete tu a saber en qué momento de la historia alguien se pare a escuchar esa mi obra. Y que más da, la vida es un camino y yo para nada me he aburrido, es más, la he vivido y vivo intensamente, y estoy todavía vivo y con proyectos que aunque tal vez nunca se hagan realidad es seguro que me llenan el alma y la propia vida. Cada minuto estoy creando, aunque siempre parezca que no hago gran cosa. Ese es mi secreto, cómo en tanta pérdida de tiempo logro rentabilizarlo en arte.
Así que como dice el único refrán que siempre me gustó… «Ande yo caliente y riase la gente»