De pronto sentí tú hiriente canto matinal.
Sentí de golpe todos los artificios que me provoca tu llamada.
Sentí ése malestar que se siente uno obligado a escucharte en el diario amanecer antinatural.
Esa mala costumbre que nos acompaña en la dependencia.
Estaba seguro de que eras tú.
Terco y constante trino endiablado.
Te sentí en lo más profundo de mí sueño.
En lo más hondo de mi inconsciencia.
Sin duda eras tú y tu manera de inquietarme con ésa ruidosa manera que tienes de avisar que ya has llegado.
Jamás escuché peor noticia que la que tú traes.
Tú que me arrancas la calma de cuajo en el mejor de los momentos.
Tu que sin piedad nunca faltas a la cita.
Sin duda no conocí nada ni nadie parecido a la sensación angustiosa que tú propovocas.
Encima te gusta asustar a los pobres.
Te sirves de su miseria para darte protagonismo.
Te encanta tú trabajo y te encanta agitar a las masas.
Agitarnos.
Te da ésa sensación de poder que hace que uno te necesite a pesar de todo.
Sin duda no tienes corazón.
Claro que no tienes corazón jodido y caótico DESPERTADOR de los huevos.