Al corazón entreno en este día sin fuego que por tremenda resaca me invaden las dudas. Si es seguro la pierdo entre la enferma manía de olvidar lo esencial. Aunque dura es la batalla que a cada surco sin medallas me abro en canal las entrañas de la injusticia vacía.
Llorar lloraría si tuviera aliento en un corazón que hoy no quiere arder. Será fiel o será fortuna pues ni siquiera la luna me hace un guiño esta noche.
Me apresuro al sueño capaz de demoler el silencio que jamás tuve, y andar anduve todo lo que pude. Tan solo son los restos de una madrugada que vienen hoy a mi almohada para no dejarme descansar.
Y un pitido agudo descansa en mis oídos para no escucharlos como de costumbre, ya llega la certeza que con tanta nobleza intento desaparecer.
El amor no me escucha tras las sábanas, ni tengo cuerda en el reloj que nunca llevo. Solamente respirar y lograr calmar a eso punzante y escondido que se nubla en mi corazón.
Que sabré yo de sermones para nadie, si cuando me escuchan ya no hay voz. Arrancarme las heridas prohibidas y deshacer el nudo que me impide continuar.
Por hoy alla paz, volveremos en otro momento de menor lamento para comernos el mundo a bocados y su boca en risas. Malas son las prisas que cuando tropiezas levantarte en equilibrio supone estar seguro, seguro de todo lo que te hizo inseguro, de todo lo que dolió, y volverla a perder por pura insensatez.
Ahora sí, en mi favor la flor en el desierto de las huecas sombras que se alzan cuando le digo que la quiero, que de eso sabe mucho el cielo que me vió vencer y vencido.
Hoy ya destruido, mañana aplaudido, ayer enfurecido, pies en el suelo entre corderos y malos hábitos.
Ya lo dejo, no voy a rendirme más ahora, pero puedo saber cuanto deseo me queda para ofrecer, con y sin la mirada ajena que nada me dice ni nada contesta.
Ya no llega para fiestas, ni fiestas quiero en el sudor frío de este instante prendiendo las lumbres y apagando las hogueras,
hoy no cenaré,
si acaso dormir pudiera sería toda recompensa a este día, de lo contrario enloquecería y dejaría de ser.
Volveré al amanecer, aunque lo prefiero sin haber dormido, cautivo de la noche y su inspiración.
El resto pura contemplación. La mente ya no me sigue y el corazón bombea sin patrón.
Recuerdo tener un don, y a ello me ofrezco, pero no sin antes dejar olvidarme.
Nadie vendrá a rescatarme ni esta ni niguna otra noche.
Ni un silbido de felicidad podría dar hoy.
Hablamos pasado este día, y seguro todo florece.
Al corazón entreno, por si llegara a perder una vez más.