Ahí vienes, con la sonrisa cambiada. Con la madrugada llena en el horizonte. Un equilibrio perfecto entre tu cuerpo y el viento. Y por fin sin lamentos. Centrada en el caminar que te llevará hasta esta isla que ya no visitas. Mea culpa, olvide las respuestas de esos poemas que te enviaba. En realidad no había muchas. Solo era el aliento para el salto de vida que te quitaba libertad en las rutinas que no reconoces.
Ahí vienes, por fin liberada de asuntos que te hicieron frágil. Hubo tantos errores que ni los colores del otoño supieron si eras hoja o rama. Pero ahora eres pura raíz que mantiene y sostiene. Recuperaste con tanto llanto tu presencia en lo vital.
No importa, nos perdimos, no es la primera vez. Recomenzar resulta doloroso y gratificante a la vez. Hay que echarle huevos para no renunciar a tu esencia.
Ahí vienes. Ya no te interesan las chispas cerebrales, ni las virtudes . Tampoco el sentir de los naufragios. Te dije que elegía vivir más y crear menos. Se presuponía con quién. Debería haber sido suficiente. O por lo menos a tener en cuenta. Pero ahí estás. Ya eres tú. Ahora cada momento cuenta. Tranquila, perdimos confianza. Siempre me cambiaron por futuros hombres antiguos que saben estar. Yo nunca he resultado ser uno más en la vida de quién supo conocerme. Así que donde viste sentir y sensibilidad, hoy ves un abismo de dudas. Confía, el dolor del amor nos lo provocamos a nosotros mismos por dejar de valorarnos. Por el rechazo. Pero es que a mi me han cambiado tantas veces por otras pollas y otras nueces, que me reafirmo en que tratarte bien fue el error que hizo que decidieras irte. Ahora has vuelto, Ahí vienes. ¿Que quieres saber? ¿Quieres saber si me pones? Ni lo dudes. Ahora vete con quien supo entender la antigüedad de algunas educaciones. Hay muchas maneras de ser libre. Espero que elijas una de ellas.
Ahí te vas…