Y tal vez me olvidé de quererte en los días en los que mi mente se da rienda suelta.
Imagine que con tu forma cariñosa de decirmelo no podía ser otra más que tú.
Pero luego comprendí que eras tú quien se iba. Supongo que por motivos que todavía no me has contado.
Nos recuerdo jugando como dos niños al beso. Ese beso tan sincero que enamora a los locos.
Y jamás quise herirte diciendote que te fueras, pues tan solo pretendía ver lo fuerte que eras.
Debimos saltar juntos en nuestra madura y juvenil bravura.
Recuerdo tu vestido verde antes de que nos dieramos nada.
A veces pienso que no hubo de haber pasado, y así conservar intacto el amor desinteresado.
También es cierto que el olvido forma parte de éste juego en el que se confunden lo servil con lo servido.
Aún así quién sabe de ficción y realidades, si las propias palabras se inventan maneras de conjugarse.
Por mi parte la derrota de quien si no lo dice explota. Y supongo por la tuya me querras ver bien en otra.
Hablando de un pasado lejano que tal vez nunca se hizo, pues así son los besos huerfanos de dueño e hijo.
Ahora me viene la suerte de la revolución libre de tantas ausentes que me cambiaron por algo más estable y novedoso.
Lo mismo da piel de oso que de un lobo mal herido, por todos es sabido que de corderos no vivo.
Con ésta enferma aislada recorro ningún lamento. De nada sirve que escupa a cualquier fundamento.
Lo mejor de todo, saber que te tengo cuando la vida te empuja en los momentos amargos.
Que no es que los desee, ni los busque ni me mueve, pero son en esos tiempos cuando vuelves a verme.
Candidato barato de los besos robados en un circo romano de abucheos.
Silencio en la cumbre…ruido en la bajada.
Salada y mojada…bandeja plata.
Silencio en la cubre…ruido en la bajada.
La luz de las nuevas embajadas humanas.
El beso robado que da aliento de un nuevo entre nuevos.
El beso robado de quien me roba un puedo.
Salada y mojada…bandeja de plata.
El hombre de hojalata…