Tras la eufória y el furor de la absurda batalla despierto condenado al olvido con una sensación amarga y profunda que tan solo me debilita. Tras el vendaval quedan residuos chisporroteantes en mí mente, cómo ecos de un ayer presente que se convierten ahora un cansancio y una desgana ante cualquier posible estimulo del exterior. ¡Luché tanto!, ¡luche tanto anoche!, ¡Tanto!, que ahora necesito tiempo, silencio y desconexión.
Cicatrizar.
Olvidar.
Sencillamente permanecer en el vacío.