Triste, en un solo pensamiento que me desnuda por dentro.
Libre, que feliz por la mañana pueda seguir durmiendo.
Llanto, que hace tiempo que no brota y el desahogo no sacia.
Fuerte, la razón por la que vine y la sed con la que te hablo.
Fragil, la constancia en los recuerdos que me visitan sin sueño.
Carne, que en la ausencia del deseo se me convierte en pasado.
Suave, es el viento cuando llega y feróz cuando lo expulso.
Cielo, tu mirar tras la ventana como buscando respuestas.
Hambre, la caída de este mundo si no cesan los abusos.
Patria, el calor de mi refugio en un invierno nevado.
Suerte, que no vino a visitarme mientras había grandeza.
Siento, los errores del camino y la voz de mí destino.
Vuelvo, a mirar la madrugada tras labores de sustento.
Vuelo, por la senda de los mitos y el color de las mareas.
Penas, las que ya no necesito ni por bien que se hagan libros.
Huésped, de las sombras inquilino sin el sabor amargo.
Tiempo, que se esconde cual arena en el desierto.
Muero, en la piél de aquellos besos que florecía en alimento.
Voz, la que sueño tan despierto cuando asustado tiemblo.
Ser, tan consciente como el agua que recorre rio bravo.
Vida, la armonía de un acorde que transmite melodías.
Rumbo, hacia ese precipicio que tan profundo nos hiere.
Sabia, que supone algo nuevo para un mundo de regreso.
Cuento, que se cuenta ya sin ganas pero…
se habre la mirada…