Querido diario, hoy he salido, tonto de mi, a la calle a tomarme una copita a un lugar el cual está en un cuesta de cojones. Todo bien hasta que llega la hora de bajar dicha cuesta en el justo momento en el que cae la tormenta perfecta sobre todo el barrio y sobre mi cuerpo. De pronto riiiiiiiiisssssh, pego un resbalón provocado o por Dios, o por la desgastada suela de mis chancletas al rozar con el casi encerado suelo mojado de la puta cuesta y me veo plantado en el suelo con un tremendo dolor. La caída ha sido en un abrir y cerrar de ojos, y de pronto, aparte de sentir un dolor brutal en el coxis por caer al suelo de sopetón y con todo el peso del cuerpo, me veo cual tortuga boca arriba plantado en el cemento mientras me caía encima la tormenta universal. Por unos segundos que he permanecido en el suelo me ha dado tiempo a sentir la más inmunda de las soledades, ya que en ése momento he pensado. *O te levantas o aquí te vas a quedar plantado*, así que pese al dolor, a los pocos segundos me levanto y siento que me he quedado sordo de semejante pitido que me resuena en los oídos, y no solo eso sino que a ése pitido y al tremendo dolor en el coxis le acompaña un parcial mareo. Me veo obligado a sostenerme en pie agarrado a un coche mientras la lluvia seguía cayendo.
El mareo a durado un rato y los pitidos un ratito más, pero lo que es el coxis lo tengo todavía ahora después de horas reventado, y es seguro que mañana estará peor.
Con todo ésto he aprendido 3 cosas.
1 – No te pongas aquellas chancletas con las que en su día te rompiste los dos pies, y menos lloviendo y en una cuesta.
2 – El impacto ha sido justo después de escribir mi confesión, por lo que queda claro que no debo confesarme haga lo que haga jamas.
3 – Si bien sabemos que la empatía es un bien muy necesario, os aseguro que no hay palabras de animo o apoyo cuando tienes un dolor terrible en tu cuerpo.
De ésta forma queda demostrado que lo mio con el escribir es pura necesidad, ya que no había necesidad ninguna de escribir éste relato.
COXISTENCIA