CUANDO SUENA LA AUSENCIA

Así, sin el aplauso ni el estrés, sin el cariño ni la mala fama.

Así, en la calma que descubren las miradas se hace aire el esfuerzo.

De cuándo nos vimos por última vez, en aquél diluvio entre amigos.

De la misma forma que hoy dibujo el caer de mís parpados que aunque a nadie viera se palpita la sombra.

Y después de tanto me quedó la brisa de las mañanas cuando no he dormido.

Que se antojan soledades con cada manía.

Si bien supe de por vida cuándo el latir hervía, a la vez uno tropieza cuándo por mal de fieles se amontonan los sueños.

Que quéde para mañana cualquier flor de primavera, y que sepan las heridas que siempre se vuelve fría.

Alimentando el saber sin ninguna profecía ni cantores replandores de aquel pajaro errante y sombrío.

Que siendo sabor y carne se siente metamorfosis de como en algunas tardes me arranco la voz dormida.

Para que no se diga que uno pedió la suerte vengo audaz y caliente entre la sed que se siente.

No digas que no lo dije, pués dije que lo temía, que tras esas cuerdas mías me supe enfrentar el día.

Ahora no busco aliento entre los mares de bares que culpables los lugares me hice daño en la paciencia.

Trabajo la sobnolencia con bellos y vivos sedales que me unen al desierto de poderes ancestrales.

Pero si la guardia escapa de la muerte los ausentes entre fieros y falsos dientes se murmura luz opaca.

Cascabeles de viejas en cualquier divertimento de esos que sopla el viento y no saben las verdades.

Acariciondo mí falta sentaré bien la cordura que descubre con dulzura la miel, la fé y las ataduras.

Sabiendo que no viniste recordé qué enfurecía en el más puro Septiembre de piel gallina y cruel olfato,

¡Desacato!

Sin olvidar ni un detalle de los descuidos, esos que sudor te cuestan.

Ahora por poder puedo no ser,

cuando suena la ausencia…

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