Cuando ya nunca

Te sigo echando de menos en éstos meses en los que apenas compartimos unos minutos. No se si a ti o a nuestra manera de curarnos mutuamente en la diversión.

Se de sobra que elegiste a tu parte más antigua, a tu parte más convencional, a tu parte más tradicional.

Por eso lo elegiste a él. Por la posibilidad de llevar una vida lejos de la rebeldía que en aquel encuentro te  unió a mí.

También por la posibilidad de saber engañarle o…no tener que decirle toda la verdad. Por esos secretos que una mujer guarda para si misma. Por esa libertad controlada que te encarcela de un modo cómodo.

Se de sobra que a mí, aunque lo hayas hecho, no podías o no sabías mentirme.

Aún así, hubiera preferido que me eligieras para aburrirnos en la comodidad. Aunque en parte fui yo la culpa de tu elección.

Fui la motivación de tu abandono. De tú necesitad de poder guardarte los secretos que guardas para con quién decides compartir la cotidiana manera de ver la televisión. Lejos de la intelectualidad del saber y saberse responder los asuntos que no tienen respuesta.

Todavía, en los ratos en los que te recuerdo, echo de menos esa compañía que ya casi nunca nos damos.

Y se de sobra que poco te importa en que y con quién gasto mi tiempo.

Se que soy un asunto resuelto.

Aún así, todavía espero esa racha de viento que te devuelva al setir de aquella inesperada casualidad, pero se que ya nunca tendremos la más mínima posibilidad de abrazarnos por dentro.

Se me pasó el tiempo y se nos gasto la frescura de sentirnos libres.

Por eso aunque te extrañe, aunque te piense, aunque te ame… no te espero. Tampoco te condeno.

Simplemente te dejo en tu decisión de compartir tu monotonía con quién menos lo merecía.

Tal vez fue mía la cobardía. O tal vez fuimos pasión de un día.

Ya nunca lo sabremos.

Ya nunca será ni serás la misma.

Ya nunca será lo que nunca fuimos.

Aún así conservo la incapacidad de soportar verte sufrir y, al mismo tiempo deseo que logres ser feliz después de que ésta vida te arrancara, como a todos, parte de la inocencia que hacía que tu sonrisa fuera diferente.

Parte de tú rebeldía se quedo en todas las lagrimas que no derramaste por mí.

Y aún así te esperé en ése hueco vacío de tu corazón que me dejaste.

Se que nunca pensaste ser conmigo la acomodada realidad de una vida.

Fuego perdido y congelada mirada.

Sabanas secas.

Anillos que no dicen nada.

Herida prohibida.

Secretos en la rutina.

Pasiónes frías.

Olvido y llanto.

Fragilidad.

Emociónes robadas.

Sin tí,  sin nada.

Arruinada sensación intelectual.

Noche nupcial de los fracasos.

Ni un beso recuerdo en el que caer vencido.

Nunca fui tu opción.

Ni si quieras crees en mis palabras.

Y los hechos no los valoras.

Aún así,

todavía te extraño cuando nos vemos.

Todavía te busco cuando te veo.

Todavía nunca.

 

 

 

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