DIFERENCIAS COMPARTIDAS

A veces, muchas veces, la vida te pone en frente a personas muy distintas a ti, casi contrarias, pero uno siempre tiene que saber ver en el interior y liberarse de prejuicios.

Nadie está por encima de nadie y como dice una amiga mía, nadie es infalible.

Pese a encontrarte con personas tan distintas a ti, siempre es bueno dejar de lado el «que dirán» y saber que cada persona te abre un mundo de posibilidades hacía un aprendizaje.

Por supuesto que a menudo vivimos en mundos que nada tienen que ver unos con otros, y por supuesto que para nada las situaciones y relaciones HUMANAS son conducidas por un interés, sea del tipo que sea.

Las personas, lejos de «la cárcel de las monedas», aparecen y desaparecen en momentos clave, y nada es absoluto y mucho menos para siempre, por lo menos no en mi caso. Y no, no me he enamorado ni nada por el estilo, simplemente uno se deja llevar por buenas vibraciones, independientemente de la raza, el credo, las pintas o la nacionalidad, entre otras cosas.

Es bueno descubrirse en diferentes situaciones que nunca formarían parte de una conducta habitual de uno, y verle el punto positivo.
A veces quién no te conoce, al estar con una mirada limpia, vacía de buenos o malos recuerdos mutuos, es quién sin buscar nada más que la serenidad de un instante, entiende, al igual que tú, que las personas, no todas, somos más que un traje o una experiencia, o un saber o saberse completamente diferentes con mundos absolutamente distanciados. En esos casos es cuando la palabra RESPETO cobra un sentido absoluto. Y luego están los mundos del cotilleo y la mala educación que hacen que uno pueda sentirse extraño viviendo y sintiendo de una forma poco habitual.

De nada sirven las mascaras que nos ponemos para evitar que nos hagan daño.

A veces, sin esperar nada, sin ninguna pretensión más allá de la sencillez de quién sabe comprender, se encuentra la sensatez de las miradas nobles. Sin la maldad de las apariencias.

A veces, simplemente con dejar de interpretar todo lo que acontece, aún sabiendo que el peligro de los fríos sin vida propia sigue acechando, uno descubre que nadie es tan importante como para decidir no mostrar tu calma y tu sencillez a quién no te pide más que la serenidad de un momento compartido sin pretensiones.

Como dice la canción «Sueños lentos y aviones veloces»….»vivo solo y no busco remedio para la soledad».

Eso sí, es bueno saber estar en cada momento según las necesidades o incluso las costumbres de cada persona que merece un respeto por el simple hecho de no juzgar con su mirada la diferencia.

Y todo lo demás son apariencias de un falso vivir.

Respeto por quién te respeta, e indiferencia a quién te juzga bajo la mirada de sus propios miedos y prejuicios.

Saberse diferentes y aún así cercanos es una virtud de los sentidos consentidos.

Por lo demás risas tercas y seres difusos que cuentan historias para no dormir por su insensata manera de no reconocer su incapacidad para avanzar.

Respeto y libertad. Lo demás son posturas y postureos.

Y el suave balanceo de los ausentes que vivieron conscientes ante si mismos.

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