Dimensiones || PODÉIS LLAMARME LOCO

Sin duda la idea de que nuestra realidad y la materia en el universo es un 0’005 de la frecuencia global de lo que existe, es decir, si tenémos en cuenta que cientificamente está demostrado que es ese 0’005 de lo que existe a lo que le podemos llamar materia en este universo, entonces nos queda más de un 99’9% de lo que existe que no es materia, es decir, el 99’9 % de nuestro universo y a la vez de nosotros mismos es espiritu o digamos algo que no se ve. Digamos que el total de lo que existe está dividido de la misma forma que el sonido en un espectograma, en el cual, por meter a la música de por medio, cada sonido corresponde a una frecuencia, pero la amplitud del espectograma (universo) contempla muchas más frecuencias en las cuales se dividen, por ejemplo, los instrumentos musicales, de tal forma que un sólo instrumento musical abarca varias frecuencias y, a la vez, podemos dividir los sonidos a groso modo entre agudos, medios y graves.

Si tomamos eso como ejemplo podríamos decir que los humanos somos únicamente uno de los instrumentos de la orquesta que forma el universo, y que nuestra realidad y nuestros sentidos (en la mayoría de los casos) sólo pueden percibir las frecuencias que abarcan al humano, de igual forma que por ejemplo en el rango auditivo de otros animales, como por ejemplo los perros, el rango es más amplio y más eficaz en la distancia, qué a sú vez estos pueden percibir cuando una persona está triste, o alegre, o incluso enferma. Teniendo en cuenta esto (podriamos poner mil ejemplos de percepciones distintas no solo auditivas sino que de todos los sentidos en diferentes animales), y a sú vez, dentro de una misma especie, la humana por ejemplo, hay personas que perciben frecuencias de luz o auditivas más amplias o mas estrechas. Hablando claro, hay quien tiene una mejor vista o un mejor oido o mayor sensibilidad al tacto o un olfato superior a la de otras personas, por lo tanto lo que es real y lo que no no es tan facil de definir, y más si volvemos a lo de que el 0’005 del universo es materia y el resto no.

Entonces, ¿que hay de espiritu en nosotros y que hay de materia o cuerpo?, ¿y qué realidad es la real y cual es fantasía?.

Sin que sirva de precedente me voy a poner a mí mismo como ejemplo.

El caso es que me sucedió que a raiz de una época en la que hice excesivos esfuerzos mentales para la creación y grabación y materialización de mí música, y a la vez, teniendo el hábito o vicio de fumar mucho hachis, llegó un punto en el que mí cuerpo y mí mente percibían la realidad de una forma distinta a cómo la había percibido hasta entonces. Empecé a sentir los ambientes que sé generaban cuando un grupo de personas se reunía e incluso las intenciones ocultas que podía tener una persona cuando se me acercaba. Me refiero a que era capaz de percibir la energía que una persona o un grupo de personas desprendían, padeciendo por ello trastornos de la persobalidad que me hacían sufrir. Podía hasta sentir tanto la admiración que alguien podía tener hacia mí, así como la envidia que pudiera generar el hecho de que fuera el creador y máximo responsable de una música que era la que nos mantenía unidos en el plano más espiritual de lo que era un grupo de personas distintas que por voluntad propia, o por inercia, se ponían de acuerdo para un mismo fin. En realidad está casi demostrado que en el plano no espiritual era más la inercia que la voluntad lo que nos mantenía unidos, ya que en cuanto hubo consciencia de donde estabamos y que es lo que estabamos haciendo tardamos muy poco en abandonarlo todo. Pero esa no es la cuestión que aquí nos atañe, sino que en aquél entonces, mucho antes de que aquél grupo de personas tomara conciencia de lo que hacían y decidieran dejarlo todo a un lado, yo estaba percibiendo frecuencias de una realidad en la que lo no material, es decir el 99’9% de lo que existe, me hablaba constantemente, de tal forma que era capaz de ver y sentir una realidad más allá de nuestra razón y mucho más compleja y avanzada en cuanto a los sentidos se refiere. Digamos que percibía una intención o voluntad del universo incluso cuando el viento soplaba de una manera o de otra. Había ocultas conexiones no sólo humanas sino que trascendentales en cuanto a lo que llamamos real.

Bien, después de padecer este sentir extrasensorial durante mucho tiempo, terminé observando, a la vez que la luz, también la oscuridad de cada acto y de cada persona, e incluso la parte que correspondería a lo divino, siendo muchas veces protagonista la compasión hacia uno mismo la que me hacía crear determinadas sonoridades. Es decir, tras el sufrimiento, tras la tormemta, la cual me ponía en el ojo del huracan y bajo la mirada de mí propio juez y verdugo personalizado, llegaba el momento de tener no sólo piedad o compasión con quién podía haberme hecho el mal gesto, o la palabra hiriente, o lanzado el dardo enveneado, sino que a sú vez esa fuerza irracional me ponía a mí misno como culpable ante la mirada de un todo, y no había otra manera de conseguir crear y a la vez conseguir la paz que teniendo compasión conmigo mismo, digamos que al igual que podía llegar a ser duro con ciertas personas, tambièn lo era (y mucho más), conmigo, por lo que era necesario pasar una especie de catarsis para lograr transformar toda esa tormenta, toda esa energía y sú posterior calma (producida por la propia existencia y el contacto con otros seres humanos) en arte, y crear así la música que he ido dejando plasmada tanto en directos como en discos o archivos de audio, la cual todavía hoy me mueve.

Tras largos transitos en los que mí ser podía percibir un sin fin de emociones y sensaciones con respecto al mundo que me rodeaba, el cual a veces era hostil y otras veces era mí aliado (sin llegar a pensarme nunca el centro del universo), llegué a adivinar cuando en un día los acontecimientos me iban a ser favorables y cuando se me iba a poner todo el universo en contra. Realmente llegué a adivinar cuando podía arriesgarme a emprender un acto o no, y a sú vez en sueños podía observar otra parte de mí realidad que también me hablaba de mí forma de sentir y percibir. Hasta el aleteo de un pajaro que se me acercaba se me hacía evidente que se estaba comunicando conmigo

Así cantidad de instantes durante años en los que he sido consciente y testigo de lo que no se ve pero está, es decir, al igual que, como deciamos, un instrumento musical se mueve en ciertas frecuencias, yo me había convertido (a base de crear, sufrir y también fumar) en un instrumento que abarcaba un espectro más amplio que el que me debería corresponder, llegando a tener evidencias muy claras de que en este mundo lo real no es sólo lo que se ve o se oye, se huele, se saborea, o se toca, sino que ese sexto sentido al que nos referimos para explicar ciertas sensaciones había cobrado en mí una importancia colosal, y era ya un testigo de aspectos casi podriamos llamarlos divinos, pero sin la creencia de que hubiera un Dios detrás de todo eso que mí cuerpo y mente percibian con claridad, y mucho menos de que me hablara personalmente, aunque en cierto modo sí era para mí.

Hasta aquí quién haya tenído alguna vez una o varias experiencias más allá del comer, cagar dormir y trabajar sabrá de lo que hablo, pero el caso es que tras días sin dormir y haciendo esfuerzos creativos mentales brutales terminé en un hospital desvariando, y el medico de turno, así de primeras, decidió en un segundo diagnosticarme Esquizofrenia, sin tener en cuenta si tal vez había estado trabajando mucho y durmiendo poco y pudiera ser esa la razón de mí estado. Bien, en ningún momento me creí la versión oficial que me habían dado de mi sentir y seguí para adelante teniendo esas percepciones de frecuencias mas allá de las que un humano común podía percibir, fruto de una vida bohemia y libre aunque encarcelado a la vez por mí propia creación y la inercia de aquél grupo.

Total que fue pasando el tiempo y ya fuera de aquél grupo he tenído mil veces percepciones y sensaciones más allá de lo que llaman real, pero he sabído controlarlo e incluso a veces estimularlo para un momento u otro. Incluso he sabido ponerlo a mí favor, a pesar de que muchas veces se me haya puesto en contra.

Así pasa la vida. A día de hoy los médicos sólo han conseguido desarrollarme un sentido, el cual creo el peor de todos de los que disponemos, y es el sentido común, y a sú vez han dormido mis otros sentidos que realmente creo eran y a veces todavía son capaces de percibir (y no es de extrañar debido al porcentaje) ese 99’9% de la realidad que no es materia y que tan facilmente olvidamos los humanos. De hecho, no sabemos absolutanente nada de nuestro cerebro, mucho menos del universo, y estoy seguro de que paralelamente a nuestra realidad existen otras frecuencias, otros planos, otras dimensiones que nos influyen y que son determinantes en nuestras vidas, pero que la inmensa mayoría no consigue llegar a percibir. Eso que me considero un ser bastante racional, pero las evidencias, las pruebas, los hechos y lo vivido me dan garantias de que nuestra realidad es simplemente algo que se crea a base de dejar a un lado al 99’9% de lo que existe. Una frecuencia de luz tan sólo.

Con un porcentaje tan bajo de protagonismo en el universo, no sé cómo hay quien puede creer que pudiera ser él mismo el centro de nada, sí más bien los humanos formamos parte de un todo que de cuando en cuando se nos aparece y equivocadamente hacemos un diagnostico determinado para comprender lo que no comprendemos.

Así que aquí sigo, cierto que cada vez más dormido en cuestiones espirituales, pero a sú vez más equilibrado para la batalla del día a día en un mundo que jamás llegará a comprender que en realidad nada es tan importante y, a su vez, cada acto puede provocar un cambio en la realidad de cada persona que tienes alrededor y en la tuya propia.

Podéis llamarme loco, pero las cosas que he llegado a percibir son tan reales o más que el móvil que tienes en tus manos en este momento, o que el dinero o tiempo que te haya podido costar. Que esa es otra, el tiempo, pues se dobla y se traspasa cuando uno está despierto.

Mí psiquiatra me dice que cuando paso por lo que ellos denominan como brotes es que se me enciende una luz en la mente, y que curioso que lo defina como una luz que se enciende, como un alumbramiento, en lugar de como algo que se apaga o se estropea.

Podéis llamarme loco, para mí es un honor…

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