La mirada te trajo hasta la esquina de un solitario obsesionado con la vida. Quien quiere recuerdos susurrabas con tu empática dulzura que solo lleva quien comprende.
Me hablaste de tu hermano que seguramente te recordo a mi. No te preocupes dulce mujer, que aunque tenga un ala herida todavía recuerdo como es el volver.
Pensaste que no sentía nada más que enfermedad, y te equivocaste al ver la simple seriedad de hablar de la vida con toda su inmensidad.
Tranquila que ésta soledad es adquirida con los años, he luchando porque fuera mía. ¿Que sería sino?, ¿una mirada vacía?.¡¡No!!
Me demostraste tu cariño sin pedir nada a cambio, y es ahí donde las almas se encuentran. Ahí donde se fijan las miradas preocupadas por las vidas ajenas que se hunden a flote. No te asustes por el desenfoque momentaneo de unos ojos cansados. Y a decir verdad….tu les diste la luz suficiente como para aguantar la mirada al frente. Dulce mujer que supiste entender sin decir una palabra. Personas como tu son las que hacen falta. Me vino el recuerdo de otro tiempo en el que sin pedirlo también me dieron aliento.
Está bien, ¡¡Cuidado!!, no te acerques demasiado, pues tengo el don de la libertad que despierta conciencia pero, a su vez mata la feliz inocencía que es el motor que te trajo hacia ésta esquina. No te acerques demasiado dulce mujer empática…ha sido suficiente. Te prometo ser valiente. Tu sigue la ruta en ayuda de lo ajeno en tu mirar. Recorre las heridas con tu inocente luz a quien pueda necesitar solo eso…hablar.
Tu caminar es sincero…
Arbusto Crower