Después de todas las caídas, de todos los esfuerzos, de todos los te quieros y de todos los te odio, esta la calma de saber que después de derrumbarte en tu propia mente, eres tan libre que ni siquiera una bancarrota puede quitarte la vida. Así es cuando realmente asumes que estar solo, sea merecido o sea provocado por uno mismo u otros, es algo que te acerca a una espiritualidad plena. Y no hay nada ni nadie que te pueda robar tu aceptación a ti mismo y a lo que te sucede. No es fácil llegar hasta ahí, y es doloroso. Normalmente estamos acostumbrados ha hacer cualquier cosa (valiéndonos del dinero, la mentira o la falsa felicidad) para no llegar a encontrarnos tan vulnerables y ricos a la vez. Pero de ahí nace el arte, o si lo prefieres el amor. El amor verdadero, y no sucedáneos de un sentir.