El Caín de los Abrazos

Y el viento me trajo tu nombre en éste despertar de los naufragios que nunca quise.

La vida se volvió plana tras la conciencia de hierro, y jamás volviste a mirarme como al principo.

Se llevaron la sed prohibida que tanto nos dio y tanto molestaba a plena luz.

Peor fue quedarse sin nada en esa tu escapada hiriente que me supo olvidar.

Noches que helaron mi cuerpo cansado que se detuvo en un silencio acomodado.

Vivir lo que fue arriesgado al devorarnos las mentes a corazón abierto.

En ese momento supe que aunque las sabanas ardan no es del todo fiable la hoguera,

pues ser infiel se era en las cicatrices de otro tiempo.

«Al pasar la barca me dijo el barquero» que quiera o no quiera caerán aguaceros.

Por eso me puse a pensar…

me puse a pensar…

me puse a pensar…

Y siempre te encontré.

Cabeza erguida y pies de pluma para los inviernos mudos de plomo.

Crudos de asfalto que nos rechazan la sangre.

Por eso me puse a pensar…

Ternura fallida, sabores constantes, recuerdos veloces y fotos bajo la lluvia.

Aún capaz en el asombro dolían los remiendos de oscuras y falsas sentencias que hablaban de mí.

Y entoces me puse a pensar…

me puse a pensar…

Prefiero…

Quiero…

Muero…

Cielo…

Brisa de marinero en la espalda de un adios…

Frescura intelectual…

Emocional…

Siendo el Caín de los abrazos.

Trazo por trazo.

Y entonces me puse a pensar… rafagas…

Después la calma.

Después la luz.

De mí no hay nada que puedas herir en el sonido del alma.

Dias de fieles y sedantes.

Cuerpos…

Vida…

Sol…

Piel…

Miel…

Red de nudos…

Y entonces dejé de pensar.

Abrazos de fuego…

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