¡¡Coño!!, uno de repente así por la cara se despierta en medio de tal escándalo de sonoras vibraciones humanas y animales que me empiezo a creer que tengo todo el puto universo en mis delicados y finos oídos que sueñan.
La diversidad de los polos se reúnen para confabular mi puta siesta anormal.
Yo creo que ahí abajo hay por lo menos 130 hombres, 200 mujeres, 340 niños, 50 perros y 3 gatos. Ha ésto sumarle los diferentes idiomas, por lo menos 3, y el hecho de que estén sonando unas 4 o 5 músicas a la vez. Una de ella, es una versión Slowly del típico tópico tema de fiestas del norte que entre el barullo suena como si estuvieras quitandole revoluciones a una cinta magnética de siglo XX. El temita, uno de ellos, es el Sarri Sarri de aquellos miticos Kortatu, tema que la verdad a mi por lo menos, y dandole su merito en su momento, me resulta de los más redundante de aquella y ésta epoca, que suena ademáa ésta versión Slowly suena tal que Saaaaaaaarrrgggrrriiiiiii Saaaaaargggrriiii Saaaarrgggliiiii Sarrrgliiiii. Se sabe que es imposible escribir en palabras el sonido, y éste que te cuento te aseguro que menos.
Tú sabes lo que es infinidad de timbres humanos distintos combinados con 5 o 6 razas de ladridos de perro, más los gatos que hacen miau miau, que la verdad ni se les siente a los indefensos de ellos, sumandole el rollo multimusic en un espacio 250 metros cuadrados en los que mi insignificante ventana, que ya he cerrado, absorbe, o más que absorber, hace de tubo amplificante amplificante para que todo ese ruido que asu vez genera un solo timbre común murmulleante llegue a mi plácida y ocasional siesta que nunca me hecho.
¡¡Pa flipar los decibelios!!
Esto no es como cuando uno pone música alta o cuando hay un concierto en la plazoleta de tu barrio. Esto es una onda en metadata de información sonora abrupta que dándole a uno, o teniendo la manía de pensar todo lo que escucha, hazte una idea de la bomba de información atioxigeno que se me ha generado en un momento sin moverme de mi casa.
O dicho de otra manera… menuda fiesta hay ahí abajo.
Sinceramente creo entender el porque de un cántico gregoriano que pudiera ser como la expresión de un placido gol al unisono, sonido que no me llena, pero que sinceramente al lado de éste es como ir a misa. De ésta forma ridícula tanto timbre crearían una misma sonoridad soportable, ya que éste compendio de voces multitudinarias ennestado ferviente y mostruoso, viéndolo, o mejor dicho, escuchándolo, es un ejercicio de auténticos tarados.
Que tensión me ha generado por un momento el festival marítimo de PASAIA 2018.
Vaya por delante que a mi gusta o me ha gustado la juerga hasta puntos que no te puedes ni imaginar, habiéndome comido toda clase de psicotrópicos y probado todo tipo de brebajes de aquí a Dinamarca. Alguno estará pensando que así me he quedado, pero que vaaaaa, hagan ustedes la aterrorizante prueba de atender y escuchar el sonido de la «muchedumbre apasionada» en estado de embriaguez y festejo, y luego me cuentan quien cojones tiene los huevos de llamarme loco a mí.
Con todo ésto, ya me voy tranquilizando, pero no te lo pierdas, los de ahí abajo también. Las músicas que sonaban en diferentes tonos y estilos a la vez causando sensación de aturullamiento creativo han cesado por un momento, y ahora logro distinguir a un chiwawa nervioso el pobre por toda la locura humana del timbre en común.
Por hoy suficiente, nunca se sabe si me pegue el cuarto de hora y, me baje (a un rincón tranquilo, eso si, a tomarme unos vinos tras el éxtasis de la METADATA FOSILIZADA EN MI CEREBRO. O tal vez me meta un extéztasis para ir a tono con el ambiente. En cualquiera de los casos será mejor que ésta actitud de vieja de cornisa amargada recluido en mi solitaria habitación terrestre.
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