El tren aún no salió

La ilusión de tus besos ahogados en vino barato por el encuentro sordo de caras quimeras.

La emoción de los viernes perdidos en los encuentros de alguna primavera.

La decepción de los recuerdos falsos enfermos de desahogos.

La valentía de rozar tus bragas por debajo de la mesa repleta de regalados percebes.

La esperanza en común de no separarnos por nadie.

La derrota amistosa por no haber querido lo suficiente.

El consuelo helado de quien prometía estar.

Y los ojos heridos entre pantallas por saber donde vas.

Nos queda un refugio de incomprensible quietud en la parte baja y arbolada.

Pero sabemos de sobra que nuestra extinción se dio en alguna fría madrugada.

Aún así me sostiene el cariño que sospecho vacío en ti.

La resaca es duradera cuando en los balcones del invierno se nos hiere por dentro lo que antes hervía y servía.

La paciencia paciente de saber que volveré a verte tan tuya y mía a la vez.

Y el teléfono que ríe de la ausencia de algunos nombres que se fueron marchitando.

Así, sin estar, en este sin más, nos devora el tiempo que ya nunca será nuestro.

Honesto ser el intento que no ocurrió.

Nos pondremos a salvo de tu regreso cubierto de ése amor inconfeso que nos dimos.

Amistad que se evapora si calculas el cuando, el donde y el ahora.

Te beso el dolor que sientes sin el alcohol de sus brazos.

Me conformo distante a la espera de lo mejor, lo grande, lo bello y lo justamente necesario para poder volver a ser nosotros.

Feliz de sentir que puedes saber con quién tal vez y que conmigo a las tres.

La cocina quedó fría del humo disperso en recuerdos de cocaina.

Amando lo amado que olvidó la mano de un amigo algo introvertido.

Retorcido pero vivo.

Y el fino pañuelo de la virtud nos devolverá la sangre en cualquier cama o ataud de los miércoles.

Sabrosa y elegante te recuerdo en la brisa emborrachada.

Aún ya siendo nada, podré sostener honradamente la mirada del despertar.

Nadie dijo que las cosas deliciosas no se embarráran.

Y en la madrugada recién estrenada te encontré asustada de volver a donde no es posible.

Un abrazo tan visible como escaso.

Abril de un Domingo febril en febrero.

Me acordaré, te lo concedo.

Y pasa anda, que el tren aún no salió. Pasa, que ésta es tu casa.

Prometo mirarte…

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