Fontecha, lugar de finales en los que uno termina por la inercía que te lleva al último descanso, supongo que es ahí donde uno recupera la calma, después de tanta curva y tanto gas.
De magestuosos arboles es su entrada, que pareciera el mejor alojamiento para los que callan.
Fontecha reclama silencio en la noche y el catar de los pajaros por la mañana, pués en su fiel clientela dudo encuentres ni la risa ni el llanto, pero encontraras la belleza de la tranquilidad.