Jamás Vencida

Ni recuerdo queda de aquellas horribles noches peleando contra mi alma en fuego.

Ni recuerdo el dolor que a veces con buen humor mitigué.

Pues es tan bella tu compañía que hablandote he dejado de hablar solo.

Por eso te doy las gracias que tanto mereces,

en estos días en los que compartimos amor, rutina y vida.

Como libres golondrinas se posan mis sentimientos en paz.

Libre ya la mañana que tanto daño me hacía.

Y son de luz los días cuando sonreir te veo.

Tan solo pedir un deseo al destino compañero,

que seas siempre mi guía y mi estado en equilibrio y serenidad.

Con la humildad de quien sabe lo que tiene y presume a viva voz.

No es ya atroz la mente que en calma duerme a tu lado.

Y te abrazo el costado de tu cuerpo maduro,

pues seguro se eres tu quien me esperaba.

En ese camino a trompicones que murmullos en balcones jamás supieron de mí.

Por fin toca vivir y dejar la bandera de la locura,

con tal cordura que me sabe a victoria.

Euforia y risa me produce la espesa brisa de este aire que me climatiza.

Será sin prisa que llegue la madrugada y delante de mi amada pueda descansar la sed.

Quiero y sé que me quieres como cuando una corazonada recorre mi cuerpo.

Ya no son horas de lamento sino la prueba del silencio que produces en mí.

Sobreviví a las fauces de mil cobardes tiranos que envalentonados pensaron tonto de mí.

Por eso soy y fuí…

por eso estoy aquí…

Saboreando lo sagrado y la suerte,

cuidando cada instante y cada latido,

ya no hay de esos que sin abrazo surcas mares y tormentas en el abismo de un pensamiento equivocado.

A tu lado y libre…

libre y feliz.

Ni un día sin ti pudiera regresar hacia aquellos molinos de ira y viento en el traslado hacia el otro lado que a ratos invade mi ser.

Comprender y cuidarte.

En cada batalla errante,

de esas en las que acabé exhausto,

exhausto por tanto y quienes los jueces mentales asumieron el control.

Para hoy el sabor de tu mirada complice y amada.

Para mañana volver a conquistarte tras concederme los errores.

Ni flores ni espadas quiero en mi lecho.

Si acaso me vasta este techo, este pan, y tu pecho.

Quererte como sé y siempre ser consciente que

entre tanta gente que te vuelva a encontrar.

Despierta y viva,

y viva,

y jamás vencida.

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