La estupidez de un ruiseñor que canta sin voz

Como siempre tú a lo tuyo con ese coqueteo que te dan los días en los que buscas compañía en esos atardeceres que se convertiran en noches.

Ausente de la complicidad que se fué hace ya tiempo, ahora que dejé el manos libres invisible para más adelante.

Ya casi ni me acuerdo de aquellos años en los que podíamos permanecer unidos durante horas, parece que nunca fue, que ni siquiera existió.

Ahora ya solo queda dejar caer las hojas en silencios que no conducen a ningún tipo de sensación positiva.

En esta tarde de quietud me reflejo ante el absurdo de un nosotros que se balancea sin justicia hacía los extremos de una cruda realidad.

No te interesa nada que tenga que ver con alguien conocido, y a la vez te aconsejan mi falta para avanzar en el amor.

Ya te perdí hace muchas noches de soledad en las que loco hablaba sin pararme con nadie en esos ruidos internos provocados por el abandono.

Está bién, que la ruleta siga su curso, que encuentres a ése que tanto buscas, que te dé lo que siempre quisiste, sumida entre la distancia y la bondad.

Te deseo buenos momentos como los de esta noche que es seguro estarás hablando todo lo que no hablas conmigo.

Así debía ser, sin esa tristeza que te condujo a la frustración, así seremos dos ilusionados por el que vendrá.

Además, ya te sabes todas mis historias, es hora de escuchar las de otros que estoy seguro te resultarán más enriquecedoras para el hoy.

Me despido de éste día en el que sin dormir me di cuenta de que ya no estabas.

Alejaté hacia nuevas aventuras para el bien de ese cuerpo y tu calma.

Sabré de tí mañana tras la falsa luz del mediodia que traerá cuatro palabras que no dicen nada.

En el fondo es algo normal, a mi casi ni me quedan.

Quedé atras cual bandera que un día te trajo libertad y atrevimiento para con aquél viento luchar por tu inocencia.

Adelante dulcinea que este quijote sin rocinante ni sancho no tiene mucho que aportar.

Aquí, donde quedo siempre, en éste Jueves sin sangre que me huele a desierto.

Amor de un solo momento que se luce de por vida cuando frios los asientos se nos va pasando el tiempo.

Huir o permanecer en la calidez que no calienta.

Saber u olvidar en la mente que ya no sufre.

Y todos los encuentros que vendrán sin hacer nada, cuando nada me invada, cuando todo se acabe.

Hielo en tu mirar que no respira de nadie, por ello buscas la vida.

Asumo la estupidez de un ruiseñor que canta sin voz

BELTZ

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *