LA MALA FAMA DE LA LLUVIA

Esa que está tan mal vista, la que te hace ser visto como alguien no querido, sin darse cuenta el que mira que la soledad es elegida.

Como la mala fama que tiene la lluvia en los países del primer mundo, que cuando cae muy seguido siempre resulta triste.

Para mí no.

A mi me encanta la lluvia y me encanta la soledad, y más me gustan ambas juntas que hacen de mí un árbol que crece continua y constantemente.

Esa mala fama que tienen los solitarios, como cuando cae demasiada lluvia.

Sin darse  cuenta te miran y remiran  apuntandote con su cínica carcajada medio escondida.

Así la lluvia como la soledad son esenciales para el crecimiento y para la vida humana.

Y por supuesto ambas cosas son naturales.

Lejos de quién presume de broncearse en masa, dejando al descubierto la poca profundidad de quienes alardean de tener un millón de amigos al sol.

Es éste Sol quién deja su espacio a la nocturna Luna para que los navegantes náufragos de las sombras rieguen sus alas al son de cuatro estrellas. Aunque sean tan fugaces como una tormenta de verano que al caer levanta el calor y humedece las plantas.

Solitario consentido en días de lluvia con mala fama.

Acariciando la poca luz necesaria para escribir 4 palabras y 7 notas.

Deseando que vuelvan a verme desnudo y descuidado pero lleno de una inmensa sonrisa interior que solo quién sabe mirar podría ver.

La mala fama que uno lleva al estar al margen de ése Sol que reúne a quién no tiene luz interior y que por ello necesita de mucha gente a su alrededor para mostrar a los demás que según el reglamento social aparenta ser muy querido.

Prefiero el abrigo de los encuentros ocasionales en los que los de la mala fama, como la lluvia, nos reconocemos las heridas y sonreimos después de tantas y tantas despedidas.

Nos abandonamos al silencio de los que con sed descubrimos la fuente de la creatividad.

Indefensos ante las masas tercas que se reúnen para hablar todos al unísono en un estruendo de un bullicio sin corazón.

Jauría de loros repetitivos que solo muestran su aparente fuerza feliz, olvidándose y tapando con su cinismo la verdadera esencia del ser humano que los trajo a éste mundo.

Acobardados en ocasiones y sin apenas más misiones que las de alimentar a sus predecesores, al igual que lo hicieron sus progenitores que tsnto imitan y limitan.

Baile de genes en masa que detesta la lluvia tachándola de triste y aburrida, sin darse cuenta que es la autentica portadora de vida y salud.

Consumidas las miradas que aprueban,  se consuelan con dejarse inmóviles en una madurez repetida sin avance.

Cada cual en su perseverante inmediatez programada de fatales llamadas a la educación permitida.

Ser se es de muchas vidas tiernas y adormecidas por cuatro besos y una sonrisa.

Desde aquí mi aplauso a ésa mala fama constante que resulta ser una caricia que se nutre de cada silaba no contada.

Amenudo traicionada por la salud de las epidemias mentales que acostumbran a no sentir en publico.

La mala fama de la lluvia que trae consigo la vida.

La soledad consentida que da sentido a los poetas.

La realidad distorsionada de las masas obligadas a ser felices ante supuestos enemigos que consumidos retornan a la ignorancia una y otra vez.

Seres  caducos quien por un par de cervezas se ahogan en la vertiginosa orgía de los bares con poca gente.

Atrayente y consecuente de miradas heladas en reproches de clichés mal sonantes.

Desesperantes en la cobardía de los asuntos ajenos.

Lluvia de mala fama en soledad que crea libertades para quienes adoran al rey Sol, vendiendo un bronceado justo y sin pasarse al negro carbón.

Disolución en conclusión.

Y los santos de la esquina adorada en miserias de tantos.

Enfermos del calor artificial que consumen tiempo.

Fiebre y lamento de los curiosos senos  de infancia vieja y veloz.

Planificandose la reproducción de vidas paralelas parecidas que coinciden.

Helados…

Al Sol sin agua dulce ni combustible humano corazón.

Corazón…

 

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