LA MISMA

Ya empiezo a pensar que eres la misma todo el tiempo. La misma que se apasiona y encapricha en un primer momento, pero que no permanece en el segundo asalto.

La misma que se une en un para siempre y se deshace en un hasta nunca inolvidable.

Empiezo a pensar que el hacernos pensar no era bueno para tu especial manera de contrastarnos.

De igual manera se deshacen los recuerdos de quien en algún momento pensó que te quedarías a pesar de todo.

Y al final, que no era más que el intermedio, te deje olvidarme para un bien que no lo es.

De todas formas, ya está la costumbre quebrada de tener sin poseer. Eso que en un principio te libera pero que a la larga te quema por dentro y decides huir hacía algo más cuerdo y estable que en realidad no lo es tanto.

Empiezo a pensar que eres la misma cada vez que me encuentro perdido en los asuntos de mi  conciencia consciente del fracaso.

Para quien venga, no habrá dosis de silencio placentero, sino que te encontraras con la versión original de mi propio ser.

Tengo mis dudas de que puedas comprender la inestabilidad en el equilibrio que me proporciona el conocerte y, a la vez, me cura en ésta absurda soledad a la que llego tras escaparme contigo.

Eres la misma que un día quiso volar y no pudo.

La misma que siempre acaba diciendo que no.

Y yo sigo siendo el diferente que consiguió liberar tus instintos para luego comprender que debías regalárselo a cualquiera que no fuera yo.

De todas formas, el desierto hace tiempo que se quedo sin sol.

Y sin vida.

Y sin ti.

Y con nadie.

Conmigo…

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