Decidí concederme un espacio de tiempo en el que volver a disfrutar de mis manías.
Decidí concederme la libertad de disfrutar de mi soledad en los días en los que no se espera ninguna llamada.
Decidí respetar mi vacío en la inercia de los días eternos.
Quise llenar con ruido la esencia del caminante perpetuo.
Quise recibir un cariño que en realidad solo pide mi esclavitud.
Los minutos del reloj dejaron de llevar el ritmo de mi vida.
Vida que no está acostumbrada a las costumbres.
Así fue que me volví ha encontrar felizmente solo sin la necesidad de claudicar ante lo más creíble.
Decidí dejar de esforzarme en asuntos que no me llenan por la sola razón de no fallar en mis supuestas obligaciones.
De esa manera encontré una cierta paz que no alcanzan los que por conquistar la fama y el dinero se masturban económicamente en su eterno llanto de la desesperanza.
Ahí encontré mi verdadera esencia, la cual vendía cada día por un no fallar a los que hacen exactamente lo mismo.
Desterré de mi cabeza la imposición de ser útil para alguien y me convencí (a pesar de que pronto e de volver a la esclavitud) de que realmente uno debe hacer lo que le siente bien a su espíritu y a su manera de abordar una vida que está llena de un todo enmascarado.
Soy feliz en éste no tener que rendir cuentas a mis cuentas.
Aprendí lo ya sabido y me encontré con todo el tiempo del mundo.
Tiempo que era y es todo mio.
Aún así, y sabiendo que el mundo se concede éste sentir en un mes de vacaciones al año, no me espanto en el devenir de las causas que me impiden abandonarlo todo y fluir con la vida que tanto miedo nos da perder.
Ahora mismo soy eterno por la simple razón de no tener que corresponder con mi sacrificio los asuntos que hacen que pueda permitirme poseer la materia que me alimenta y que a la vez me mata.
Utopía le llaman a vivir fuera de la costumbre de auto encarcelarse por un motivo genético, el cual solo enorgullece el sabor y el respetable narcisismo de crear y criar a uno o mas seres que te recuerden a ti mismo.
Lo siento, tal vez podría disfrutar de mi creación diminuta si realmente no me quedara más sostén que el de vivir «para» en vez de «por».
Reconozco que el nivel de sacrificio es enorme y digno de aplaudir, pero eso no es suficiente como para dejar de lado a aquel niño que coloreaba formas con colores que no tenian porque ser lógicos ni mucho menos normales.
Mi cariño lo tiene quien puede saber que uno además de estar enamorado de la libertad, también lo está de una humanidad la cual me decepciona por motivos de incredulidad ante lo indemostrable. Y no hablo de Dios.
Yo no soy perfecto, es solo que sin la obligación de los asuntos monetarios me reconozco como alguien singularmente feliz por no tener que falsear mi virtud y mis defectos.
De ésta forma puedo conmigo, y me atribuyo la esencial búsqueda de una paz la cual no mide el tiempo ni mucho menos las manecillas del reloj.
Así termino éste texto que no es más que la plácida sensación de no tener más obligación que la de sentirte vivo y ser consciente y terriblemente consecuente por ello.
Tic Tac Tic Tac
Se acaba y no hay más…