Olvídame de tus miedos y de tu falta de arrojo para mirar hacia adelante.
Olvídame de tu manera de insistir en el error por simple aburrimiento.
De tu no saber avanzar, de tu no saber estar sola.
Pensé que podía ayudarte a recorrer el camino que hay desde la infelicidad hacia la plenitud,
pero olvidé que en ti era más fuerte el hastío que las ganas.
Imagine que con fuerza en poco tiempo estarías libre de esa maniática y enrevesada tentación hacía quién nada te aporta.
Pero nuevamente olvidé que no sabes caminar en soledad.
Y esa falta de actitud es lo que te va a mantener presa durante mucho más tiempo.
Quién sabe si algún día puedas rendirte un homenaje por haberlo conseguido.
Hasta entonces olvídate de encontrar ningún camino, pues no haces nada para lograr nada.
Y espero nunca te atormenten los fantasmas de lo que hiciste y lo que no, pues ese día no habrás recorrido sendero alguno.
Yo ya ni cuento las veces que me decepcioné, ni tampoco las veces que volví a apostar por ti.
Se ve que has pensado que la vida es eterna, olvidando el rápido paso del tiempo que estás perdiendo.
Tú que tienes la oportunidad de llevar una vida cómoda si tan solo te movieras para cuatro asuntos.
Tú que prefieres morir en un agujero antes que superarte y sorprenderte a ti misma y contigo a los demás.
Te diré que deberías apostar por algo que te llene, y no continuar en esa búsqueda de un pasado mejor.
La hostia nos la hemos llevado todos por lo menos una vez en la vida,
pero la mayoría, a excepción de tu Don Juan de Tontos, hemos sabido y tenido que conquistarnos el orgullo a base de retos sin recompensa.
Tú en cambio por dos días sin emociones ya tiras la toalla.
Se ve que no te enseñaron nunca a jugar sola, con lo placentero que puede llegar a ser.
Olvídame de tu arrepentimiento, de tú falta de esfuerzo, de tú enfermiza forma de querer.
Es preferible la soledad que esa tú amargura en busca de una juventud que ya no tienes.
Te cuesta asimilarlo, como te cuesta desprenderte de lo que te hiere.
Una cosa ten segura, quién no ama no lo hará nunca, y quién golpea lo volverá a hacer.
No digas que no te avisé…