No te siento

Y al de un tiempo el ruido cesó, como cuando  el sol sale después de una tormenta.

El ruido de mis entrañas quedó apagado en un profundo silencio.

Entoces comprendí que había perdido mucho tiempo buscando al culpable de semejante manada de voces envueltas en ésa ansiedad de los días apresurados.

Quiso la vida, o la medicina, o ambas, concederme el descanso que perdido huía tras su abandono.

Recuperé la cordura, que aunque resulta aburrida, siempre fue productiva en la capacidad de construir alas.

Pensé que nunca se iría ésta vez.

Pensé quedarme pagando hasta el final de mis días.

Inesperado, repentino, pacifico…así vino el silencio a mi encuentro.

A salvarme de tus maneras de decirme lo que callo.

Es posible que el ruido fuese provocado por el amargo puñal de la culpa.

O  por la violenta marea pasional que te trajo.

Mi deseo viaja en un barco repleto de manías que nadie quiere encontrar.

Es la sacudida de pensamientos hirientes y razones ocultas que explotan por dentro y me inpiden respirar.

Tan solo el olvido y la renuncia habrán de calmar esos extraños impulsos  que me inundan cada vez que te vas.

No debo ponerlo todo en un solo recuerdo.

Es muy cara la factura en el invierno.

La locura de quererte y no saberlo que me llena la cabeza de dudas y tormento.

Ahora se que sí, pues perdí el juicio cuando te fuiste.

Siempre es lo mismo.

Siempre tarde.

Siempre helado.

Siempre ajeno.

Siempre extraño.

Siempre tenso…

Siempre contigo…

Siempre me olvido de como quererte en tantos y tantos presentes.

No pude ir más allá del ruido, no se lo que hay después.

Nunca tuve el valor para sobrepasarlo.

Saltar al vacío tras el precipicio de la mente.

Perder la cordura.

Mantuve siempre algo de mí en éste lado a salvo.

Iba y a la vez siempre volvía.

Me quedó razón para dudar de mí mismo en la profundidad de quién bucea.

Como tirar migas de pan a la muerte.

Como arrancarle pedazos a la inquietud.

Y de pronto te vas…

Me devuelves la intimidad que tanto  duele perder.

Esa que nos da la libertad para simplemente ser, para fluir en el entorno.

Como si ya hubiese pagado la cuenta de aquel ultimo atracón que me llevó hacia la espantosa fiebre de las ausencias presentes.

Es hora de volver, hora de comenzar a mover los pies.

Hora de reencontrarme con la sed.

Encontrar no encontré nada, al igual que en otras ocasiones.

Perdí tiempo, y calma… y vida.

Aún así me queda la satisfacción de haberte mirado a la cara y haber luchado.

La fiel y apasionada certeza de saber que existes.

Se que volverás, y contigo el humor desesperado y las risas tercas.

Y la rabia…

 Esos días perdidos de batallas en las que no puedo coger aire.

No me sabe a victoria, ya que eres tú quien ha decidido parar.

Se que es una pausa en el vacío.

Me vas a dejar vivo para que puedas  volver a engañarme y sembrarme de dudas.

Conozco tu manera de atacarme tras la pasión de los refugios.

El engaño.

Has vuelto ha hacerlo, hasta puedo imaginar tu sonrisa en la sombra.

Lo no cierto, la inercia de tu mirarme por dentro acusandome de todo.

Se me olvida…

Se me escapa…

Se me duerme…

Sé.

Te has ido.

No te siento…

 

 

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