Pacifico en las noches que me trae las ganas y el respirar.
Sin tensiones me despierto con salud y un optimismo antinatural.
Atrás quedó la agonía de los días en los que el ruido confundía pensamientos.
Silencioso en la inmensidad de un verano apacible.
La maravilla del sentir que se convirtió en tormentas de lengua.
Profundo es este saberse libre, si bien es seguro que todo retorna.
No me da miedo el encuentro estrávibico de su presencia.
Reconozco que por fin sin ella puedo dejar de pensar en lo que nunca me preocupó.
Sabe como dominarme con tal fuerza que es capaz de retorcerme la mente, incluso el alma.
Descanso merecido el de la conciencia que se culpa por motivos que no son propios.
En éste dormir y despertarse lleno de esa nada que me aporta una pizca de felicidad la cual me arrebató tu ausencia.
Me dejó gélido de emociones y aturdido en la oscura sombra de una mente desbordada.
Odio esa manía que tienes de responderme a todo.
Aún cuando me das vida y me fortaleces encuentro el vacío tenso dentro de mí.
Las luces se encienden y me recorren todas las venas dejandome preso.
Ya por fin descanso de tanta severidad y de tanto cúmulo de sensaciones que me bloquean.
Ya no tiemblo cuando apareces, y he llegado a saber tratarte con la mejor de las armas que encontré.
Me lancé al humor desesperado en esa constante inquietud que me regalas.
Ahora por fin soy mío…
Ahora por fin desvío los azotes de tu elocuencia.
Abrázame cuando el vértigo de lo logrado venga a visitarme.
Casi me pierdo en los sonoros y agotadores restos de otras vidas.
Casi te pude oír en la espesa niebla.
Niebla que me recuerda lo que uno nunca quiso.
Pacifico en el canto de mis dedos que se nutren del silencio recuperado.
Vivo en esta selva que no deja títere con cabeza, pero vivo.
En la más pura de las esencias que derrochan belleza.
Sin cabeza…
Sin tu constante mirada…
Libre en la madrugada…
Sediento de vida y exento de furia.
Esa es la forma que tiene de dejarme marchar.
Es la forma en la que sin suceder nada de pronto se va.
Iremos de la mano en otras ocasiones que espero tarden en llegar.
Llegaremos a lo más alto de un caminar eterno.
Mi fuerza regresa a la costumbre de nacer una y otra vez.
Al igual que esta luna me protege de la ansiedad de otros tiempos.
Creciendo a cada momento, a cada sorbo de aire tranquilo.
Se fueron ya los vecinos que poblaban de ladridos mis entrañas.
Como cientos de cascabeles que resuenan en la azotea.
Libre y en paz de esa guerra que nadie ganó.
En el décimo asalto te fuiste.
Me acostumbraré a tu falta.
Podría serenarse de por vida.
No quiero que vuelvas en ningún futuro, pues conozco de sobra tu terca y sedienta manera de buscarme.
No me busques, ya no me encontraras.
Ya no estoy contigo.
Ya he vuelto.
No hay castigo.
Es eso, lo es,
Sé que estoy…
Parcialmente curado.