Alegría de volver a verte con esa sonrisa impaciente que te cubre la mirada. De caracolas saladas en el encuentro de dos perdidos en el espacio y el tiempo.
Sospechosa tu risa loca que me calma los oídos y me salva de descuidos las noches en las que no hace frío.
Es verano y, eso se siente, tan caliente y permanente en el viaje de retorno. Año nuevo y nuevos vuelos en la imprudente sensación de recorrerte.
Mejor que no digas nada, que tan solo en la varada de nuestro sentir se pueda percibir las ganas y el afecto que transita nuestros cuerpos.
Ya pasó el insomnio inerte que me trajo la decadente fortuna de tu olvido. Refugiado en el escándalo que pudo crecer y haber sido.
Te siento viva y un tanto lasciva cuando te miro de reojo. Y aunque a veces ando cojo en la libido de una mañana, no pienses ni por asomo que con quién sino contigo, vé y prepara.
Me abrazaré muy fuerte a la costumbre de verte en el inquieto orgasmo de ésta vida de ausentes.
Abandonaremos la manía de que llueva cada día, y por fin sabrás que ésto fue posible sin su cobardía de lamentos equívocos y palabras mal sonantes que de nada nos sirven para seguir para adelante.
Confío mi verso herido en tu crecer satisfecho de tenerte de regreso para mirarnos bajo un techo.
Y no me gusta alardear, pero ese día sabrás que todo ocurre por algo, y que a veces el paso largo nos desvía del camino hacía el verdadero sentido.
Disculpa por mi agonía de tardes en las que no podía por echarte de menos e intentar con anhelo enmascararme en un carnaval de palabras vacías que sin querer te herían.
Ya vuelvo a mi escondite de trabajo y sin envites. Espero volver a verte alegre y consecuente en el sentir de los días en los que me prometias.
Despejadas las dudas solo nos quedan curas para sanar por dentro la fe en nuestros encuentros sinceros y no violentos.
Te regalo un abrazo tan humano como el pedazo de corazón que se me quedo en ti en aquel viernes de Abril.
Y así dejar de sufrir en éste febril sentir.
No te abandono…