Que el tiempo es de uno, y las prisas del mundo

Y me despierto, tan capaz y tan frágil, tan amado y tan sereno, tan en paz, aunque… ayer desperté triste, pero no había motivo alguno, pués se de sobra que tan sólo necesito hablarte y acompañarte, y que me acompañes. De vez en cuando me olvido de que llegarán los días en los que «la carcel de las monedas» me robe la libertad que sé posee tan sólo teniendo el tiempo para despertar despacio, a tú ritmo, y sé también que antes viviré momentos inolvidables a tú lado, que aunque estemos atados a una forma de vivir encontraremos los huecos para ir viendonos. Eso ya es tener suerte, pués mí otra mitad tan sólo necesita del arte. Música que iré a buscar un poco más adelante, cuando la vida me haya hablado lo suficiente, cuando realmente necesite de tan preciado silencio en el que ella nace, y tú, que tan poco me pides y tanto das. Por eso ya no necesito saber sí los acontecimientos serán favorables o no, té conozco, y me conozco a mí, y sé más o menos que es lo que no debo descuidar, y sí por tanto cuidar, sin olvidar hacer que vibren mís sentidos. Siempre he buscado ese equilibrio entre el arte y el amor, pero no encontré la manera de que se sostuvieran ambos vivos.

Tú eres diferente, quién me lo iba a decir a mí, que ya me habia acostumbrado, que a la vez que ya no me apetecen los tragos ansiosos en bares de copas, sí que me apetece quedarme dormido sabiendo que tú me esperas.

Habrá momentos complicados, seguro, pues mi cerebro es un caos que cada cierto tiempo lo destroza todo, pero he aprendido a distinguir lo real de lo irreal, o lo que merece la pena de lo que no. Todavía no hace tanto que fuí verbalmente agresivo con algún amigo, que sí bien tenía mis motivos, tampoco soy nadie para no hacer el esfuerzo de ponerme en sus zapatos, los míos están llenos de esfuerzo, de piedras y de muchas despedidas que nunca se dieron. Aún así siempre fuí de los que creen eso que dice Andrelo en sú canción «Flaca», y es que si fue sincero, «las raíces del amor donde estaban quedarán», y no me estoy acordando de ninguna mujer que no seas tú, por eso puedo escribir tranquilo, qué cierto qué hubo amores perros, amores livianos y amores prohibidos, pero hoy soy la persona que es capaz de diferenciar los diferentes matices que se esconden cuando dos personas deciden compartirse, y es el momento perfecto para haberte conocido. Sepas bien que yo te cuido tanto adentro como afuera lo intento.

Ahora tan sólo estoy acorde con una vida que nunca a dejado de sorprenderme, incluso de zarandearme, de molestarme y de seducirme, pero también de darme siempre una nueva oportunidad con la que lograr olvidarme de una mente que ya no tiene ambiciones, por lo menos no vanidosas ambiciones, la pura contemplación me satisface, eso, la música… y tú.

Veremos por donde camina el «cuento» que a veces fue turbio, otras violento y otras muchas pleno, será en el sentir que nadie me observa en la intimidad lo que me de la fuerza suficiente para definitivamente creerme lo que realmente soy, virtudes y defectos a un lado, y por supuesto teniendo errores pagados, profundamente me vuelvo al saber de quién conoce que la rueda siempre gira, que debo ir al compas de tus ojos para mantenernos en el mismo plano, conservando la perspectiva que haga que siempre te vea junto a mí.

No me da miedo nada, si acaso me hastían los intentos de ser escuchado musicalmente y algunos especimenes que habitan, pero no hay mayor fortaleza que la de quién sabe valorar lo que tiene, por muy poco que ésto sea.

Así que hoy desperté tranquilo, a pesar de qué ayer desperté triste, y es precisamente ese vaivén de sentimientos el que me mantiene en sintonía. Habrá que vivir la vida, siempre, y siempre será el dolor de la pérdida la que me haga aprender, pero tú eres diferente, por eso sé qué podré, por eso miro al presente sin pasado, ni guerra, ni miel, tan sólo la certeza de estár haciendolo bien.

Despierta despacio, que el tiempo es de uno, y las prisas del mundo, y yo a veces me confundo, pero contigo acerté.

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