¿QUE PUEDO HACER POR TÍ?

Gracia me hace la gente «quedabien»
no el común, sino el que aún pudiendo decir lo que piensa sin que lo atormenten
prefiere la imagen eternamente correcta.
No sólo aquí, reino de la indiferencia,
también en la vida.
Esos sólo buscan el interes en todo momento,
en todo su hacer.
Mírame a mí,
quedando bien sin esperar nada,
sin objetivo,
tan sólo fabulando entre locuras inquietas.
En realidad soy un jodido ser adorable
que de cuando en cuando se encabrona,
y se engalana, como la rosa y sus espinas.
Eso amigos,
eso es producto de un largo y doloroso estigma,
no soy yo,
sino él,
o aquél,
o ese,
quién sabe,
estupidos hay en todas partes.

Afortunados aquellos que sepan observar
la magia de «las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno,
son las mismas que alumbraron en mis pálidos  reflejos hondas horas de dolor,
pero el viajero que huye
tarde o temprano…»


Mendigar la estupida y erronea manía de tener que aceptarse lo que de uno saben o creen saber.
La voz rota de los  arboles,
y la frescura de lagrimas encogidas,
en el inmenso anonimato de la indiferencia
creada por indiferentes parecidos.


Y de ese modo el suicidio colectivo se permite la fatal y voraz creencia de los que pueden sin dar nada.


Ahora tuerceme la mirada en esa tú presunta inocencia que de cuando en cuando te inunda entre el sarcasmo y la fama.


Acuerdate de los dias
en los que nada ni nadie encontro en tí.
Y de sombras me lleno
cuando en soledad comprendo
la fragilidad de no ser nada,
aunque acostumbro a ofrecer,
y ofrecerme,
grandes dosis de esperanza
la cual vive en cada madrugada.


Servir no sirve de nada,
pero poder sin poder puedo…


Y me vuelvo a disfrazar de terca mula,
atrapado en la seriedad de un perro verde,
libre y consciente.


¿Que puedo hacer por ti?

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