Se llenan los vacíos

Es la intensidad la que mueve los sentidos que ya prefieren la sombra.

Como cuando el descanso te alimenta de energía y los sueños se transforman en esa luz que me recuerdas sin el ruido de los intrusos.

La pared quedó sorda de escuchar mis delirios en combates inacabados por el cansancio,

y ví un día asomar la crudeza de los pensamiebtos tercos

Cuando ya no quedaba pulso ni impulso para recoger la siembra fueron de colores opacos los que tiñieron las miradas de tantos instantes difusos en la noche.

Para cuantas veces recorrer la inmensidad de una vida y para qué tan lejos de sus labios.

Tan solo se consume el tiempo que capaz de matarnos continúa.

Ya no busco ningún regreso, mucho menos pasado.

Y solo en las suaves manos que tanto producen se llenan los vacíos, pues ya no voy en busca de interrogantes malvadas.

Que crueles fueron sin vida que consumiendose trazaba la inquieta lengua en un baño de polvo.

Religión y ciencia, calor de verdugos.

Y algún respiro profundo sin melancolía barata.

De día en día y de noche en silencio con los clavos helados de frío en la sospecha de quién.

Tentar al corazón con su hermosa manía de encontrar y ser capaz del fuego en los cuerpos desnudos.

Sería serio si fuera fiero.

Seria fiero si fuero bueno.

A toda velocidad.

En un País ajeno.

La lluvia al sol.

Sintiendo ser quién se supo de todas partes en un laberinto hueco de hierbas sedantes con el canto de las heridas a brazos abiertos.

Sentir siento, luego padezco.

A solas contigo.

Dormir sin ataduras y despertar despacio hasta la última noche en la que rescatar cualquier ilusión de la imaginación imposible.

Y volver a caer…

Sin peso, ni hastio, ni sombra, ni vaso enloquecido de olores que creen que saben de mí.

Septiembre gris y cordura de colores, sabores en continua ternura que fusiona las penas con el poder de la fuerza interior convertida en canción.

Talento, trabajo, tu risa y fluir.

Fluir hacia todas partes sin el miedo del qué dicen, ya no el que dirán, entre murmullos que ya no duelen con ese recital de voluntades y salud.

En la emoción de tu mirada la sanación descontrolada,

sin tregua ni guerra ni poso.

Hermoso.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *