Perderte en Secretos

Sin descanso me recuerdo transitar por tu ombligo lleno de esa ternura que solo la piel de quien amas puede transmitirte.

En los días en los que los besos llenos de heridas se multiplicaban en nuestra particular sesión de fotos y esperanzas.

Nos inquietaba un mundo que desde fuera saber quería más de la cuenta, y nos escondiamos del mirar de las mariposas que podíamos volar.

Inconscientes de los silencios llenos de vida.

La sombra aguardaba.

En tú caminar pude ver el horizonte de mis días ilusionados por saber que tu me esperabas.

Resultaba sencillo celebrar a cada momento cualquier minuto apasionado.

Nunca supimos responder a las preguntas que nos imponían desde nuestras morales confusas, pero aún así  no nos importó seguir para adelante con alguna que otra duda no resuelta.

Las mañanas de trabajo se hacían amenas mientras conversabamos a distancia anunciando nuestro encuentro.

Sin duda era un rendirse a la vida y un abandonar cualquier tipo de cruel monotonía.

Con esa manera que tenias de llenar los espacios que el mundo quería silenciar.

Todavía contengo la respiración cuando se me aparece algún inoportuno rayo en los veranos tenues.

Mirándonos  escondidos nuestros secretos en la amable desnudez.

Salitre en tus piernas mojadas e inquietas.

Sabores saberes en comunicación constante.

Morbo húmedo y escándalo al aire libre.

Sexo desafiante en los lugares transitados.

Riesgo y placer en la sensación de ser vistos.

Y me gustaba cantarte por escrito. Y a ti te gustaba que lo hiciera.

Negar es imposible que fuimos nuestros, apenas hubo más alrededor.

Quise por no arriesgarme, defenderme, en ése instante, cuando la cuerda se estira, ahí es donde uno debe pedirte que te quedes.

Después todo cambió de golpe.

Un golpe seco y distante que podría helar cualquiera de mis infiernos.

Un golpe inesperado y veloz que me dejo sediento del riesgo y la vida juntos.

Solo quedó culpa y vacío.

Pero no quise irme por sentí tener que  repararte mientras huías.

Saber que aún habiéndome olvidado y cambiado por un Don tal, debía continuar a tu lado hasta que realmente estuvieras fuerte y capaz.

Además, así me lo pediste con ésta canción.

Solo conseguí el desprecio de los cansinos, el de los pasados heridos, el de los recuerdos helados.

Ahora al mirar mis ojos… reconozco que debí dejarme la vida en todo aquello que uno puede llegar a sostener. Me refiero a salto.

Ser más fuertes en nuestro alocado impulso suicida.

¿No era posible?…lo era…

Creer en lo real del  misterio fuego confuso que nos mantuvo enganchados.

Aquello por lo que vibramos a cada segundo de nieblas que desaparecen.

Comunicandonos constantemente.

Ilusionandonos la sonrisa de sabernos vivos.

Sembrando dudas en las que crecimos y resurgimos en una revolución apasionada de encuentros sedientos de todo.

Aquello que nos convirtió en adictos a la sed.

Aquello que nos iluminó el camino hacia el otro lado divertido.

Aquello que nos daba la risa riendonos.

Aquello que se siente cuando no te lo esperas.

Como un caramelo encendido de luz caprichosa y feroz.

Aquello que en la oscuridad hacía que nos esforzaramos por sabernos ser.

Aquello…

Aquello que fue el motor de los pecados más sensatos.

Eso que te recorre la vida en segundos y al final se escapa hacia una indiferencia atroz.

Eso…

Aquello…

Aquello que se congeló de golpe.

Aquello que nos mantuvo en la rebeldía del cambio.

Aquello por lo que se puede llegar a perder la cabeza.

De hecho la perdimos.

Lo llaman reconocerse.

También se le podría llamar volar…

amar.

Amarte…

Perderte.

Sufrir.

Después el frío…

 

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