Desperté así, de repente, en un abanico de posibilidades ficticias y reales las cuales en ocasiones no logro distinguir.
Desperté de la noche a la mañana envuelto en una sensación de extrañeza ante todo y todos.
Tuve miedo los primeros días, y lloré lo que nunca había llorado. Me deshidraté de tanto llanto, producido en un principio por un fuerte desamor, y más adelante por la falta de compresión de lo que me estaba pasando. El desgaste también músical fue brutal.
No había nadie en esas noches largas y oscuras.
Con el tiempo, aprendí de mi nueva situación, conseguí poco a poco normalizar mis sentidos, pero para ello tuve que dejar un poco de lado aquella hipersensibilidad en la que todo me afectaba, en la que todo me dañaba.
Así que pasó el tiempo y, fui endureciendome, al igual que la vida endurece los corazón de todos y cada uno de nosotros. Me quede en un estado de aparente insensibilidad producida por el dolor, y a su vez adquirí una para mí a veces extenuante capacidad empatática hacia los demás, aunque no por ello me sentía reconfortado socialmemte.
Y hoy es el día en el que apenas lloro, aunque muchas, muchas veces tenga ganas de hacerlo. No sé, quizá lloré tanto en su día que gaste todas las saladas lagrimas para una buena y larga temporada.
Crecemos, y el mundo nos obliga con sus prisas y obligaciones a ser fuertes e insensibles, llegándonos a reducir el corazón hasta una proporción mínima si la comparamos con la mente, que ésta a su vez se desarrolla con total libertad, llegandonos a manipular con pensamientos que ella misma crea, y haciéndonos sufrír por ello, aunque no debería, ya que como dijo aquel, «LA MENTE ES UN CHISTE COSMICO».
Por mi parte, cada día, en mi extenuante empatía, siento mis sentidos despiertos y me alegro de lo bueno ajeno y me apena todo lo posible lo no tan bueno. Así que la insensibilidad no me ha ganado la batalla.
Eso sí, desgraciadamente…sin llegar al llanto. Camino por el sendero del comprender que uno realmente no es más que voluntad, y que esa voluntad es la que transforma primero a tu ser, y luego lo que te rodea.
Aún así, ansío el día en el que las gotas de todo lo que me ha ido pasando afloren, y así me descargue de ciertos dolores espirituales sufridos, y éstas, las lagrimas…me den sosiego.
Creo que sería como….
El descanso del GUERRERO…