TRANSPARENTE

Circular, así veo el tiempo que consumo disperso en la quietud de ésta noche en éste recién llegado otoño.

De sobra se entiende que por no saber respirar a tiempo se consume la vida a base de drogas que le hagan a uno elevarse en su consciencia de estar pegado al suelo.

La gravedad de la gravedad es la que nos mantiene aplastados en un circulo flotante que dudo sepa de si mismo.

Pero uno no es de los que se auto-compadecen, ni de los que tiran la toalla por sentir un extraño abandono repleto de recuerdos.

Lo cierto es que aprendí a olvidar en lo profundo y bucear hasta la superficie.

Nada hay más gratificante que la libertad que se siente cuando dejas a un lado toda pretensión de llegar a ser alguien que en realidad  nunca dejaste de ser.

Y los molinos se endurecen cuando te ven frágil, como las personas que aprovechan sus miedos para vengarse de su apática manera de llenar con conversaciones inútiles las tardes de un domingo.

Saber se sabe que la verdadera libertad pasa por sacar de la mochila todo lo que nos pese, sacarlo todo hasta convertirte en agua clara, incluso transparente de sentimientos. Nadie quiere serlo por tener demasiadas cosas que esconder, y nos encerramos en una aparente felicidad que en realidad solo alcanza quién deja de tener miedo a su propia transparencia.

La cárcel mental es espantosa, pero en parte te ayuda a reconocer todos tus temores y mirarlos desde todas las perspectivas las cuales terminan demostrándote que salvo que venga algún fenómeno desorientado producido por la demencia tanto natural como humana en realidad hay muy pocas cosas que temer.

Por supuesto las guerras existen, y se ejecutan toda clase de atrocidades, pero no por ello tienes que vivir tan pegado al miedo.

Es la gravedad que nos tiene presos en éste ecosistema del cual nadie puede escapar.

Y que saben los reptiles del volar de un halcón, solo que tienen que tenerle miedo por si a éste le apeteciera pegarse un almuerzo exótico.

Y que sabe el halcón de las estrellas, apenas que iluminan la noche.

Nosotros vamos más allá, y aún así, nuestra consciencia y nuestra conciencia son incapaces de abarcar un todo tan multi-dimensional, tan infinito y tan abrumador.

La verdad, si uno es sincero, de que sirve sostener una idea de patriotismo o de pertenencia, si ni siquiera sabemos que es lo que ocurre más allá de un planeta repleto de agua la cual se lo va a comer.

Saber que ser es quien lucha por cada libertad da una idea del enfrentamiento que el cosmos tiene con respecto a si mismo.

Que gire en círculos la sensación de la pasión por hacer que la vida sea más humanamente honesta para con quién tiene el valor de disfrutarla más allá de las pertenencias que se acumulan.

Para ser libre hay que saber caminar por nuevos caminos en los que por miedo o por desconocimiento nadie quiso o pudo recorrer.

A mi que la vida me gusta también me asusta.

A mi , en éste reciente otoño de colores marrones y grises me sostiene la ausencia terca e innata de tú recuerdo.

A mi que en realidad no se nada también me dan ganas de girar y girar y caer rendido de vivir.

Vivir supone el mínimo respeto por quién vive.

Libre de clichés encorsetados.

Siendo capaz de volar hacia ti mismo sin reprocharte el viaje.

Es el encanto especial de los otoños, el cual solo disfruta quién se asombra con la transparencia de ríos que repletos descienden hacia el encuentro con su libertad.

Transparente de emocionantes latidos en el crudo encuentro.

Saberse en la presencia de un universo que se resiente y nos observa en la calma de los asuntos cálidos de tus brazos esta noche.

Transparente hacia ti.

 

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