Reconozco tus silencios y los entiendo como una apuesta segura de la que no quieres hablar.
Reconozco los inmundos asuntos de ésta disputa que solo sirve para divertir y distraer a quien calla entre las sombras.
Pensaras que me he olvidado de la batalla que me inunda en los latidos.
No olvides que voy a reconocerte en todo momento.
Que vendrás al encuentro.
Que aplaudiras el tormento que supuso y supone ser y estar en la ausencia de ésta continuada protesta en favor de la honesta guerra que me hierve.
Ninguneo en el cual prefiero no pensar.
No sirve de nada echarte de menos.
Y no se te ocurra abusar de mis sentidos sensitivos puesto que puesto y herido permanezco en el silencio en favor de ésta calma que llevo en el alma.
Calma que me robaste con tu juego traidor y cobarde repleto de falsedad.
Recuerda que en esta vida vas a pagarme la perdida intimidad en ése son de paz arrugado.
Te voy a ver algún día en una mañana fría, ría quien ría.
De aquí no sales vivo, te lo tengo prometido.
Cobarde en el sin sentido de las atroces voces implantadas. Doradas las madrugadas.
Habrá qué…
Tú…
Ahora.