¡Ábra Cadabra!

Abandono de promesas incumplidas por tus razones de buena copa en éste invierno en el que dejaste de lado nuestros encuentros. Y la tristeza se adueña de mi barata nariz que no sabe vivir sin ti. La barra de un bar ya no es consuelo para mi merecida soledad. Aún así, en éste momento, no lamento aquél encuentro.

Pienso en éste carnaval, y en éste día. Un día cono hoy,  hace 16 años, murió quién fue mi verdadero Padre, quién supo amarme con su bondadosa forma de ser. Siva lo llamaban. Yo lo llamaba Aita. En realidad era mi abuelo.

Fue un día de carnaval en el que como dice la canción sus ojos se cerraron, y así, como hoy, abandonado, me quede sin su cariñosa forma de sentir y decir.

Pero no es ése hoy mi tormento, ni siquiera que no te acuerdes. Hoy simplemente envejezco tras tu huida. Creciente melancolía la que me dejó tu falta de ganas. Y de todas todas me vuelves a engañar con tu forma de decirme que me echas en falta, sabiendo yo de tus mentiras que me demuestras en la rutina de tu nuevo querer. Será un placer envejecer sabiendo que no me supiste entender. A toro pasado se que nunca tuviste la intención de quedarte. Una vez más serví de puente hacía algunas libertades. Que tiernas casualidades.

Me hago fuerte en cada olvido. Me traen suerte los abandonos.

Me hago viejo en ésta forma que tienes de decirme que no te quise lo suficiente.

Será otra vez Septiembre quién aprenda, o tal vez Agosto.

Solo me sientes en la falta de vacías rutinas de un mimoso infeliz.

Me consuelan las horas sabrosas.

Me voy despidiendo de éste fin sin excusas, sin lactosas furias de un embrujo capaz.

Ginebra en seco en los restaurantes de los miércoles.

Fallaste a nuestra palabra.

¡Cuidado!

¡Abra cadabra!

Ya estoy siendo otra vez…

No me engañarán tus palabras de deseos ésta vez.

Deseos…

Ya estoy sin ti…

Envejezco sin morir.

Aprendiendo…

Viviendo vivir sin saberte feliz…

Saludos de mi nariz…

Se dice que en abril aguas mil.

Mil formas de saber que no mereces ni un solo segundo de mi recuerdo.

Y en el asfalto veré consumir las mentiras de quien no sabe ser ni estar solo.

Abrigalo, no vaya a ser que se acuerde más de mí de lo que lo haces tú.

Ya es, ya siente, ya no miente…

¡Por fin!

Hiriente…

¡Abra Cadabra!

 

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