A veces, cuando todavía en un instante en el color de unos ojos me recuerdas, siento que sigo siendo tuyo, que todavía puedo rescatarte de ese abismo al que te has lanzado sin avisar, o puede que a quién rescate sea a mi mismo en ese olvido en el que me deja tu mirada.
Otras pareces no sentir nada, y los refugios se nos esconden en la inmensidad. Pero luego te veo sonreir a lo lejos, como anunciando tú regreso a la vida, a nuestra vida.
Son tantos los años que me diste que por mucho que me esfuerce nunca conseguiré devolverte todos los esfuerzos y todas las palabras. A veces me da terror imaginar en que mundo interior vives, que es lo que pasará por tu cabeza cuando no estás aquí conmigo, y en seguida te distraes con el color del cielo que presume de que tu lo miras.
Es una ausencia que no soporto, un sentir inquietante por el desierto que atravesamos en mundos paralelos.
Ay cuando la música te trae buenos recuerdos, tus mejillas cogen el color de las flores y se te escucha canturrear la melodía. Por eso es que la música es especial, y ahora más si cabe.
Te cojo de la mano y noto tu piel arrugada que tanto luchó, y a veces lloro por mí egoísmo que me impide darte todo el tiempo del mundo. Pero se que lo entiendes, de alguna forma permaneces unída a mí en tu cabalgar difuso entre luces brillantes y oscuras lagunas mentales.
Aún así se que apenas te da tiempo a sufrir por una vida que ya casi ni recuerdas. Tal vez esté bien escrito éste final y quiera el destino que sea yo quién te recuerde viva, y en cambio tú me vayas olvidando lentamente.
Sin duda no es plato de buen gusto ni lo quisiera para nunca, pero me conformo con pensar que todavía me reconoces. Se que sabes quién soy, quién sino tú iba a saberlo.
No veras las lagrimas que pueda llegar a derramar por haberme perdido en el silencio de tú mente que ya no trabaja con normalidad. Si lo pienso, para que necesitar la memoria en los úñtimos días. Aunque se que haces esfuerzos por acordarte, y en el fondo te tiene que doler el vacío provocado por la enfermedad.
Si te consuela, te prometo que yo te voy a recordar siempre, siempre que me quede un aliento de aire que respirar.
Es duro, y a la vez intenso, y por otro lado absurdo y cruel, si bien es cierto que uno se puede ir de peores maneras. Me consuela que los recuerdos no te atormenten.
Cuando ya mi cara no recuerdes, te guiñaré un ojo para que tu cerebro siga funcionando aunque solo sea para preguntarse quién es el tonto ese que cierra un ojo.
Sé que sabras llegar hasta la puerta pero… aún así… te acompañaré, y no disimules, que me tienes delante.
Todavía me haces falta, con calma…ya veras, vuelas…
A veces el recuerdo nos separa.
ALZHEIMER