CAPITULO 3 – VAGON Y WHISKY

El desierto de la noche se hizo viento en la mente, y en ese momento Zack quiso no haber nacido. Las uñas se le quebraban de tanto fumar, y el sonido de su guitarra lo empezaba a notar. Dejó de tocar y se fué hacía la orilla. A lo lejos vió las luces de un velero que transitaba la bahía, y quiso acercarse para quizá unirse a la fiesta que allí se obserbaba. El recuerdo de Paula le recorria la mirada, y en ese momento echó de menos la ternura de sus labios. Estaba completamente solo en una ciudad que ya no lo reconocía, así que volvió a la estación de tren con la intención de volver a la mañana siguiente.

Zack se quedó dormido en el banco de aquel parque que horas antes le había visto enloquecer en su imposibilidad para dormirse.

El tren vino a las 7:35, y para esa hora Zack ya llevaba despierto una hora. Sin pensarlo se subió y se acomodó en uno de los vagones en los que pudiera ser que encontrara a la Señorita Garmendia. Miró un poco hacía todas direcciones pero no consiguió envontrarla.

La Señorita Garmendía pasaba sus horas entre Marsella y la ciudad que lo vió nacer, ya que se dedicaba a mantener el orden en los pasillos de los trenes que viajaban hacia ambas ciudades. Era una especie de policía pero sin la autoridad suficiente como para arrestar a nadie. Zack observo que nadie le podía encontrar en aquél tren destino a su casa. Apenas había dormido unas horas, asi que posó su cabeza en el respaldo del asiento y volvió a quedarse dormido. El viaje duraba unas 5 horas, así que tenía tiempo siempre y cuando no llegara el revisor.

A las 9:58 alguien le desperto.

  • Su billete por favor
  • Disculpe lo he debido perder
  • Entonces deberá abandonar el tren en la próxima estación
  • Pero…

En ese momento se acerco por detras una mano que llevaba entre sus dedos un billete.

  • Lo encontré cerca de aquí, seguramente será el suyo Señor Zack
  • Oh, mmm, si claro, muchas gracias.

Nuevamente la Señora Garmendia había llegado a tiempo para salvarle.

  • Señor Zack, debe usted acostumbrarse a coger el billete cuando viaje, sino tendré que velar por usted en todo momento.
  • Entiendo Señora Garmendia, pero esta vez tengo con que pagarle, saqué algo de dinero tocando en Marsella.
  • No es necesario Zack, guardelo para otra ocasión, le apetece un café.
  • Que sea un Whisky si puede ser.
  • Por supuesto.

Ambos caminaron a traves del vagón en direcció a la cafetería, pasarón lo menos 2 horas hablando sobre el concierto de la noche anterior, hasta que de pronto la Señora Garmendia le dijo que debía bajarse en la siguiente estación, que había sido una charla agradable y que esperaba verle en otro momento en otro día.

Zack saboreó cada trago de Whisky, era el cuarto ya desde que se sentara con la Señorita Garmendia, así se le pasaron las horas hasta caer nuevamente dormido sobre la mesa de la cafetería.

A las 12:40 escuchó el nombre de su estación y se bajó en la misma. Era hora de llegar a casa y empezar en la rutina. Una vez más su mente le había llevado hasta Marsella en busca de Paula, pero como otras veces no logró encontrarla, o por lo memos no a esa que él recordaba.

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