INCLUSO… LA FE

Es en el equilibrio de la cordura, donde por hablar de más me atravieso las entrañas entre la santa paz. Y no hay duda que logro despegarme del vacío cuando recibo todo por el simple hecho de ser yo mismo. Serán cruciales los motivos de la serenidad que a causa de un amor sincero pudiera finalmente no enloquecer jamás y nunca. Sí verdes las miradas de esmeralda y deseo en el que dos corazones heridos que dejaron de buscar lo hicieran por no conformarse con lo que tocaba sin más. Conmigo nadie se quedó en los finales, de sobra alguno merecido. Y es cierto que siempre me gustó esa idea romantica, «esto se va a la mierda pero… yo me quedo», algo que nunca ocurrio y de nada hubiera servido.

Ahora es distinto, dicen la ternura de los 40, que pudiera devolvernos todo el sentido que nos arrebataron por ser imperfectos, de hecho, «hablando se entiende la gente», ¡y follando!, y sin duda son los besos los que unen distancias que siempre se recuperan En la calma apresurada de un te amo se hacen fuertes los cuerpos y la sed. Capaz tanto de herirte como de gozarte, gozarnos, impulsarnos, escandalizarnos, hambrientos y abiertos sin disimulos, pues de nada sirvieron nunca las guerras de reproches finnales, cuando todo se queda en lo que ya se fue. Por eso disfruto el viento a favor que me cuenta el cuento que quise probar, y sabiendo sin saber apenas nada te encuentro de piel mojada en este sol que ya se acaba de marchar.

Equilibrio, cordura, pasión sin duda, ¡joder!, amarte en puro fuego que capaz el vuelo se rinde al amanecer. Rituales emocionales los que nos atribuyen de cuando en cuando con la voz suave, esos que se sienten tanto que te cruzan intensos en la esforzada manía de preguntarte sin respuestas para que finalmente puedas saber necesitar. Dejararse llevar el aliento vital que te mantiene sano y temblar de placer en la locura de fundirse contigo.

Aunque se vuelva derrota jamás podré olvidarte, y sé qué esta vez es distinto, pués de perderme puedo reconocerme un guerrero que baja la guardia para lograr estar vivo en esa calida luz que surge en un camino que no busqué, un camino que tú guiaste, por eso merecen la pena todas las horas que siempre podremos recordar. Que hable tambien el silencio con sú terco pitido y nos descubra y enseñe que sin decirnos nada también sabemos amar.

¿Y si a la vez que fragiles fuertes en soledad nos unen las certezas de quién sabe estar en ese lugar favorito que pruebo y comparto y de pronto funciona?, soledad compartida, y repito y… nos sale bien.

Grandes son las murallas de hierro que habitan en mí, pero poderoso es el calor de tus manos que si me derrito maldito se mueren por tí. Un encuentro honrrado, sincero, desnudo de defectos y virtudes, pacífico, tierno, dulce, personal e intransferible, de esa luz que se sabe ser, de ese comprender, con toda la fuerza de la realidad, y todos los fantasmas del camino, que si fueron vivos ante tí se quedan frios, con tú corazón de oro que quisiste regalarme, con tú alegría de vernos en tú sentida y hermosa película de la que somos participes que no pienso perder, siempre que la mente no interfiera en mí manera de tratarte, en mi manera de amarte y comunicarte, en mí capacidad, la tuya de sobra sé. Besarte por dentro y correr el riesgo de dartelo todo sin pensar en que en realidad poco tengo.

Serán puntos suspensivos los que nos lleven hacia siempre. Amor, amarte, mí tarea pendiente que ya se cumple. Alejado de las sombras, cerca de tú sonrisa y lejos de los ausentes. Volver a tí será el principio de las calidas esencias, entre tú voz y la mía también cabe el silencio, y la vida… incluso… la fe.

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