NADIE SOY

Lo cierto es que nunca seré nadie, nadie a quién la vida ajena le sea indiferente, nadie a quién no le preocupe las injusticias y los propios errores, nadie a quién nadie pueda contarle un secreto, nadie que no sepa reconocer la belleza y que no se emocione con el arte, definitivamente no seré nadie a quién a pesar de la indiferencia no continue luchando a mi manera para conseguir que el mundo no sea tan feo en ocasiones, ese nadie que nunca es nadie y menos yo, al fin y al cabo, siempre fui ese nadie al que le afectaba cada gesto y cada palabra, cada puñal que recibí, cada murmullo y cada maldad intencionada y direccionada, y esas risas tercas de gente que nunca se pone en el lugar del otro, y por supuesto cada beso.

Realmente jamás seré nadie a quién le puedas vencer con la espada de la hipocresía, ni con la desnudez del las cosas que se callan a gritos, nadie seré para muchos que nada dicen, y seré en muchos nadie pasajero, pero siempre alguién que se sabe inperfecto a la vez que autocrítico y por siempre luchador, sin necesitar ni un solo aplauso casual ni flores en el entierro, ni consuelo de tontos ni absolución final, no quiero ser nadie a quién pueda alguien entretener con sus mentiras, ni rehuyo de las verdades ganadas a pulso, las que favorecen y las que no, literalmente nunca fui nadie para muchos que en su cobarde caminar salieron airosos, ni nadie más que «nadie» apuesta firmemente por mis convicciones, pero hay algo que «nadie» sabe… es el poder del tiempo que aún en contra será mi más preciado presente, mi retorno en plato frío al calor en invierno, al sentir de un corazón. No será para riquezas o exuberantes diamantes que regalar a cual doncella impoluta, ni los molinos dejarán de girar al reves del sentido común, pero de sobra se de todos aquellos que, siendo nadie, algún día recordarán, y al hacerlo, por una sola vez sabrán que nadie fueron nunca tantos como quisieron, ni los sueños tan livianos en nadie fugaz, ni el abismo tan cruel aún con el miedo a ser nadie, ni las bocas tan calladas para comer, pues ni la miel más pura sería capaz de responder sinceramente a esa espantosa e inverosímil realidad que se crea a base de vender tu esencia a la burda y hueca masa impasible que siempre llegó tarde a todo excepto al rumor que se propaga entre dientes, entre lenguas de puro invento.

Por eso nunca seré nadie, nadie que no deje de crecer y aprender a base de reconocer a tantos y tantos que un día fueron nadie para luego ser, y siendo, nadie llegaron corriendo, ni por cien pasos perdieron. Doy por hecho los hay que a «nadie» le importan, ni siendo el futuro aquél bien de hoy, ni nigún tal vez reconocible, ni los Dioses de un ayer. Tampoco merece nadie tanto siendo uno, ni miles, ni eternos, ni suerte ni rey.

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