POR AGUNA RAZÓN…

Por alguna razón, cada cierto tiempo (no tengo calculado cuanto), se acercan a mí un tipo de personas que si bien no son populares ni en la vida real ni en las redes sociales, si demuestran estar dotadas de una gran empatía y un gran corazón.

Cuidado, no digo que el resto no tengan estás y muchas otras cualidades, pero es cierto que cada cierto tiempo encuentro a una o varias personas, primero por la red, ya sea por la música o por pura casualidad, y luego en la vida cotidiana, las cuales durante un periodo de tiempo me muestean su ser y demuestran que a veces uno encuentra a ese tipo de personas las cuales tienen una fuerte personalidad y que a la vez se encuentran como escondidas en su rutina.

Personas de todo tipo que llegan a mi vida como también llegaron otras  que simplemente hacen que uno vea sentido en esto de hacer música y compartirla.

Dura un tiempo el efecto, justo el necesario para que sucedan dos cosas:

Una, que vean en mi persona ciertas cualidades emocionales y sensitivas las cuales les produce aparte de una tremenda curiosidad, también un gran lazo emocional y un deseo de conocerme en persona.

Lo cierto es que a mi a veces también me ha sucedido lo mismo, aunque he llegado a tener buenas y malas experiencias con eso de comunicarse por escrito y pasar a encontrarse en la vida real. No me estoy refiriendo a nada relacionado con el sexo o con paginas de citas ni nada por el estilo, me refiero a personas que me han conocido por mí música y a traves de las redes sociales, o recomendado por alguién que ya conociera mi trabajo y que hemos llegado a crear un nexo cotidiano el cual, aunque no en todos los casos se a materializado el encuentro fisicamente, si se ha mantenido una amistad en el tiempo a base de compartir. También los hay que he conocido en persona y ha sido una gran experiencia, o los hay que simplemente se habían hecho una idea equivocada de como era yo y viceversa.

Ese es un resultado de la ecuación cuando todavía ésta está sin resolver totalmente.

Y dos, llega un momento en el que esa o esas personas se dan cuenta de lo cansino que puedo llegar a ser con las promociones y las publicaciones referentes a mi obra o a mis inquietudes, cosa que tarde o temprano sucede, y en consecuencia lo ven a uno o como un narcisista, tipo de personalidad la cual las redes sociales fomentan, o como un chapas apasionado.

Pero cierto es que en realidad en la vida real no voy promocionandome y soltando poémas o reflexiones  a viva voz o a los oídos de la gente, ni tampoco me pongo con la guitarra o unos platillos de orquesta a dar la vara a cada lugar que voy.

Por ello alguién pudiera hacerse una visión equivocada en cuanto a mi persona se refiere, al igual que yo puedo hacerme una visión equivocada de cualquiera de ellos. 

Resulta que una cosa es la escritura y la necesidad de expresar en la intimidad, y otra bien distinta la de ser una persona que se muestre facilmente a la otra al tenerla delante. Con eso no quiero decir que la imagen que pueda resultar de mí al leerme o al escuchar mí música sea falsa si la comparamos con la imagen que te puedas hacer si compartes conmigo unas cervezas, un cafe, una comida, o una charla, simplemente la manera de comunicarte es otra.

Y por supuesto están los que nos conocemos de sobra, y todos ellos saben tanto de uno como vivencias reales hayamos compartido. 

A lo que voy es que por alguna razón, y dedicandome a exponerme por el hecho de escribir o hacer música, se tiende a empatizar o a aborrecer a la persona por las mismas cuestiones. Eso de que unos te querran por las mismas cuestiomes que otros te odiaran. Y esto sucede por la limitación que conlleva la comunicación intima y a distancia. Pero hay algo que se intuye, se palpa, se huele, y es el saber del interior de la persona con la que te estás comunicando. El alma se puede ver a traves de la tecnología. Es así, cada cierto tiempo, por alguna razón, alguién se acerca a mi mundo con una tremenda curiosidad y hambre de conocer.

Alguién al que no conozco ni en la realidad ni tampoco en la intimidad de unas palabras escritas o una escucha exaustiva de mí obra me dijo que si bién parecía poseer un gran talento, por otro lado me vendía como un tarado, y decía que hay dos maneras de ver a un tarado, una como alguién entrañable y con el que se empatiza con facilidad, y otra como alguién trastornado y que produce rechazo aún dando ligeras constancias de estar cerca de la genialidad.

Lo cierto es que he tocado esos dos palos y más, ya que la timidez que a veces, no siempre, me invade a la hora de comunicarme en grupo, la suplo con la sinvegüencería que muestro en ocasiones, sinvergüencería en el mejor de los sentidos.

Hay que saber distinguir cuando uno es un falso profeta de cuando uno es simplemente alguién que tiene la necesidad y la virtud de expresarse sea por el medio que sea.

Sin ir más lejos, grandes artistas que en un escenario son  autenticos gallos de pelea, fuera de él resultan aburridos y hasta acomplejados, y lo mismo sucede al reves, personas que en la vida real son un autentico espectaculo, en un escenario.no conseguirían nigún tipo de atención.

Pues bién, en mi caso todo depende del ambiente. Quiero decir, en el escenario no soy ningún Showman, pero si se juntan los astros puedo resultar un espectaculo admirable por cualidades emocionales, no en cambio de extroversión, y fuera de él tampoco resulto ser una gran atracción, pero si hay confianza y de nuevo los astros se juntan podrías llegar a sentir que estás ante alguién que sabe lo que quiere y que lo que quiero es estár justo compartiendo ese momento contigo. 

Es decir, por alguna razón, uno abre sus alas cuando se siente comodo, y a la vez percibe las alas del otro cuando la inteconexión fluye.

Todo esto para decir que a veces, como se suele decir, las apariencias engañan, solo que hay veces que engañan para mejor y otras para peor. En cualquier caso, nadie es la imagen mental que se haya podido crear otra persona, ni esa persona es la imagen mental o emocional que  me haya podido hacer.

Hay una cosa que es importante, por lo menos para mí… la honestidad, aunque a veces como decía aquél afamado álbum de Calamaro, sea una Honestidad Brutal.

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