Los momentos oportunos nunca llegan a la hora señalada, como cuando tienes sed.
Y vienen a cruzarse contigo los asuntos turbios de la mente que sacuden con fuerza la ira y la paz de un día cualquiera.
Sabor saber en soledad, dificil la decisión de los titeres mojados por tú mirada.
Desmembrando muchecas de porcelana que se observan cada mañana entre sí.
Mitigando la furia de los Dioses que revueltos en la nada infiel de las noches oscuras se desnudan en el equilibrio de un adiós.
Y por fin puedo vivir tu voz.
A solas, a secas…