Sin descanso, como la vída cuando te atropella por todas partes, que sumido en el intento te vuelves loco, de pasiones y desencuentros en noches y noches de pura y verdadera angustia.
Lo dí todo, pero ya es suficiente, esta eterna ansiedad que me destruye los pasos que voy dando, en esa cumbre del exito de los olvidados que me inquieta y me remueve las entrañas.
Hubo cientos de pensamientos por segundo y jamás pude saber qué o quién los provocaba, tormentas de hielo seco bajo mí piel que me hieren la cordura.
Fatigado por la lucha constante para no regalar ni una sola palabra de crueldad hacia mí mismo.
Toneladas de humor negro desquitandome la íra de una farsa común que me lastima.
Cabalgando sobre un corcel alado, explotando cada poro de mí piél en el consumo de ciertas sustancias veloces.
Y ahora aquí, cuando se supone debieras estar a mí lado, te descubro silenciosa y amable ante una mente callada.
Me robaron la intimidad a escondidas mientras las risas tercas del pasado se relamian las derrotas como si fueran victorias.
Es entonces cuando llegué al hotel de los parlantes inquietos que se desnudan a plena luz mientras adentro los martires obreros se despellejan.
Sin descanso para la tristeza que tanto me dió, recluido en ese mundo onírico que se destapaba bajo mi sombra azul.
Pero no quiero el consuelo del superviviente ni el valor de quien no tiene nada, mejor será tras la envoscada complacer de sangre mi ternura.
Aplaudiendo en tantas curvas que sin querer mentirte la culpa se lo llevó todo.
Es de buen agradecido saber que por haber cumplido el cerebro se mantiene a flote entre la marea del sentir cotidiano.
No presumo de liviano aunque cayerón mil piedras de ese saco que uno puebla entre la vida y el sol.
Sin descanso, como cuando aún dormido la batalla continua y despiertas agotado de tanta electricidad.
Acariciandome el alma que me descubre un agua tan clara que bebiendo entre luna y luna me deshace la amargura.
Precariedad en impulsos diferentes vaguardistas que me silvan al oido que aún me queda el castigo.
Serenamente consciente del amor al oponente que se rie entre los dientes y sotanos de la prepotencia.
La humildad te da paciencia y el dolor crea elocuencia que no por la miel se quiere ni se perdona cualquier entierro.
A viva voz me reconozco como quién tiene el gozo de superar todos sus miedos a pesar de la poca importancia que le da el mundo a la sed.
Quise vencer por la ciencia y aplastar al enemigo que vivia fiel conmigo bajo mis ropas de otro tiempo.
Ahora respiro y miro a los pajaros y su canto mientras la mañana me sigue robando algún que otro suspiro, provenientes de la paz y la armonía que me proporciona la salud.
Por un sueño nublado que de ser observado se derrite en polvo de ciegos obtusos.
Ahora que estoy preparado para el próximo envite.
Distinto que ayer pero igual que mañana, pensando en caer tras la fuerte niebla que supone el abandonarlo todo de una vez.
Coge aire, nos vamos…