Manías de polvo y furia que trás las esquinas se esconde el mundo entero.
Eficaz ineficacia de ladrillos entre cuatro paredes.
Y cien versos insesatos cómo cuna del silencio.
Terco y cruel el alimento de quienes contentos se depuran las miserias.
Bajo la piel de los inquietos que poco se mueven.
Extremando los vicios de la palabra en plasticos con cierre.
Abriendo la mirada de la semana que se cumple entre vacíos.
Presumir del abandono no es flor de un día ni balcones de salón.
Curado en el espanto de voces turbias que tan sólo hablan del ruido opaco.
El laberinto está entretenido en dejarte sucumbir.
De sobra son los intentos de huir hacia la manada que sin luz templada reconoce al genio.
Que triste enmudecer en la escena de los ojos que apenas miran.
Como cortinas de humo encendidas para el aplauso.
Fijación descontrolada de vientos sensibles a la fiel y dudosa calma.
Te rajo las cartas de adivino si por un olvido de frente intentaras combatir.
Palacio de hiel.
Sedientos cubitos de hielo que para alguien cómo nadie pudieran refrescar.
Tirar al mar el espasmo y volar a la serena cumbre de los fracasos.
Y la mosca que insiste en su absurdo vuelo fugaz.
Velocidad…