Hoy recordaba al último poeta maldito, aquél que conocí con unos 20 años, hace ya 24. Sus ojos eran tan profundos que podías ver todo un universo en ellos, apenas hablé 5 minutos con él, pero lo he recordado toda la vida. Estoy hablando de Leopoldo María Panero, último hijo de los Panero, familia de poetas todos ellos malditos, familia dramática, como se puede ver en el documental «EL DESENCANTO».
Lo conocí en el manicomio de mondragón. Se da el caso de que entre otras muchas cosas, el grupo al qué pertenecí iba cada año a tocar para los «locos» de aquél manicomio, allí pude ver seres de todo tipo, a cada cual más especial, uno que hacía de comentarista y presentador de los sucesos, que simpaticamente nos presentaba, otro más endiablado que se mordia los puños de sus manos ansiosamente, otro que caminaba en circulos sin cesar, otra que reía alocadamente de una forma perturbadora, y entre todos ellos había un hombre que escribía, un ser con una sonrisa extraña, como si supiera la verdad de este mundo y lo guardara solo para él, Panero. En eso que me acerqué a él y comenzamos charlando de cualquier cosa, y llegado un punto, fue a dar un trago a su refresco y me dijo… «Antes estaba enganchado a las drogas, ahora lo estoy a la Coca Cola», y sus ojos me miraron sonrientes, por que a Panero no solo le sonreía la boca, sino también la mirada, pero no una sonrisa feliz, sino como la de ese JOKER que hoy está tan de moda. Y ahí se quedó, jamás volví a verlo, súpe que andaba de ingreso en ingreso en diferentes centros de España, por que quieras que no, nunca le faltaba una cama, ya que dichos centros lo acogían haya donde fuera. Y cierto es que Panero debío de probar todas las drogas existentes, las prohibidas y las legales, pero ninguna de ellas le quitó su sentir, y mucho menos su inteligencia. Era un tío extremadamente inteligente, es por ello que conoció la locura cómo intima amiga, en algún momento cruzó el umbral y, al contrario que yo, se quedó en el lado oscuro iluminado de los genios. Conozco esa otra dimensión, he estado en ella en multitud de ocasiones, no en vano he estado ingresado en dos ocasiones, aunque son muy pocas si contamos las veces que en realidad he estado en esa otra dimensión, en esa otra realidad donde curiosamente sólo el arte puede acompañarte, donde la mirada estrabica se funde con tú alma y despiertas a ese mundo lleno de oscuridad iluminada, de sobra se ir hasta esa realidad, sólo que en mí caso siempre he vuelto al mundo de los cuerdos, al mundo cómun, al mundo en el que curiosamente habita la vida y la luz pero que por contra el arte se vuelve mero divertimento complaciente, en lugar de ser la chispa vital que le mueve a uno hacia adelante.
Panero murío en 2014 a los 64 o 65 años, sin duda una edad temprana, pero qué se podia esperar tras una vida atormentado consumiendo todo tipo de manías y drogas. Se dice de él que es «El último poeta maldito», y supongo que en su obra podras anticipar los acontecimiemtos, pese a parecer que es sú pasado y sú genetica los que le movian. Yo siempre recordaré su mirada y, aquella frase, entre la broma y lo profundo. Leopoldo Maria Panero, poeta y «loco», o «loco» y poeta, o tal vez «loco por poeta o poeta por «loco». En cualquier caso ya hizo algo en su vida, dejó su pensamiento y su alma escritas, aunque nadie las lea o las entienda del todo. Hoy me he acordado de él, y he recordado que para mí es muy facil llegar a ese lado oscuro iluminado, tan solo con dejarme llevar logro alcanzar al poeta maldito, a ese lugar reservado para los genios, ese lugar al que cualquier mortal no es capaz de llegar, en parte por que hay que sufrir mucho para llegar, y en parte por que no todo el mundo es capaz de observar toda la inmensidad del universo con sú mirada y no espantarse aterrorizado, yo he estado ahí, y estuve a punto de no volver, tal vez mi obra hubiera sido reconocida en algún momento si llego a quedarme en esa dimension oscura e iluminada, pero tenía mi otra mitad en éste lado, siempre supe ir y regresar, jamás perdí del todo la cordura, puede que por que siempre había alguien a este lado al que le importaba, o puede que por cobardía, o tal vez por mí parte más humana que se resistía a abandobarse, aunque fuera de esa otra dimensión de donde rescatara toda la belleza y todo el atrevimiento, aunque fuera en esa otra dimensión donde estuviera todo lo divino, quién sabe, el caso es que decidí regresar todas las veces que me fuí, y finalmente crei que si me fuera una vez más ya no podría regresar, y es por eso que me tomo la correspondiente medicación, también por no hacer daño a quién me quiere, aunque no sepan distinguir la verdad que hay en ese otro lado, tal vez cuando no tenga a nadie abandone mí medicación y como un barco que suelta amarras deje fluir mí mente y mí alma rumbo a la oscuridad iluminada, donde sobre todo el arte se expresa sin miramientos, donde el sol deja de ser el astro rey, donde tras sufrir consigues elevarte y volar. Pero todavía es pronto, me quedan vidas que amar, solo cuando ya no me queden será el momento cumbre, y emtonces podré gritar con fuerza y llorar, por qué hace años que no lloro, y siendo el llanto algo tan necesario, creo que es allí donde podré. Y luego ya abrazar la vida desde esa «locura» que supone ser consciente de todo lo bello y todo lo terrible, saborear el universo desde todas las perspectivas, ser polvo de estrellas y, finalmente morir en paz.
Hoy me he acordado de Leopoldo María Panero, el último poeta maldito, y su recuerdo me ha traido todo esto que os escribo, me ha traido el reconocimiento de un estado y un lugar oscuro pero iluminado, ese que transitan los genios, ese al que solo llegas desde la absoluta consciencia, con la conciencia llena de todo, con la mirada hiriente, con la sonrisa loca, con el alma herida, con el corazón roto, con la mente lúcida, con la piél.
Por otro lado sé que mí soledad es buscada, podría haberme quedado rodeado de mucha gente que ha pasado por mí vida, pero siempre crucé caminos y salte vallas para llegar a otro lugar, y a la vez por eso sé que la buscaba, aunque ya no esperara a nadie, y tenga tanto por hacer, sin tener apenas nada. Es esa libertad que llevo dentro.
Ahora ya sé por qué todavía nadie ha reconocido mí obra, pués simplemente regresé al mundo de lo común, al de lo vanal, a la hipocresía de no sentir, al mundo de la luz oscura, en lugar de haberme quedado en la oscura luz. Eso sí, hoy más que nunca tengo mís motivos para quedarme, ya que hay alguien que creo me quiere realmente, tal y cómo soy, un ser especial, una mujer diferente que parece saber ver más allá de las tinieblas y los fracasos y reconocer la esencia de las personas, y por supuesto la mía, una mujer que ha despertado mí parte más tierna, mí sentir más amable, mí deseo, por eso no es hora todavia de volver a cruzar aquél umbral, ni por asomo voy a perderme a este ser que recién me ha llegado, y no quisiera asuatarla con mís pensamientos que aquí escribo, pero sospecho que aún así va a seguir queriendo quedarse, y quererme cómo la quiero, con todas sus manías y todos sus miedos, y sobre todo veo la luz de sus ojos, que cómo dice la canción, «va llenando cada espacio hueco que se va encontrando», precisamemte es en los espacios huecos donde uno necesita tener a alguien, por eso voy a cuidarla, por que es ella quién me salva de mí propia fatalidad, aunque me de inestables sensaciones que pudieran venir, voy a quedarme contigo, así lo siento, y lo genial de mí obra, que sigue estando ahí, tendrá que esperar para ser reconocida, ya que voy a permanecer en esta dimensión abrazado a ella.
Qué sino el amor puede mantenerte locamente cuerdo en este mundo inhóspito. La luz de su piél me abre el nuevo camino y, pienso recorrerlo entero, hasta donde queramos llegar, tal vez ya sea hora de quedarme definitivamente. Quién sabe, tal vez ella se convierta en mí cordura permanente, en mí suelo firme, en mí quietud, en mí fortaleza, en mí sabiduría, en mí hogar…