RECONOCIENDO

Sí, lo reconozco, de pronto, en esta soledad momentanea, en este silencio en el que tan solo se escuchan las manecillas de un reloj, así, tras dejar ella de llenarme con su simple presencia y habiendo perdido un par de buenas oportunidades para con mi relación con un niño de 14 años, así, de repente, me entró miedo, llámalo inquietud interna, llámalo vacío, llámalo malestar incómodo. En ese momento pensé en comer algo, pues sin duda la comida es el mejor engaño para esos momentos trascendentales en los que uno se ve tan vulnerable, por un momento la coraza se abrió, y, por esa pequeña rendija, cerca del corazón, entró, y supe de nuevo que no había dejado de ser frágil, aún con cientos de experiencias y miles de percepciones inquietantes él seguía ahí adentro, así que… debía comer algo, ¡rápido!, ocupar mi tiempo, engañar al espiritu, debía escapar, como todos lo hacemos a diario, llenandonos de ruido y que haceres, es enteneible, ¿si no, qué?, él está ahí, el miedo, ese vacío, esperando para que te enfrentes a ti mismo, esperando que de una vez por todas lo derrotes para finalnente ser tu mismo a cada momento, sin la armadura, sin adornos, con la fragilidad y la suavidad de un simple cabello mecido por el aire, apabullante sensación, temeroso de ti mismo, afrontarlo o esclavizarte a favor del ruido y los compromisos de cada día. Por eso, es por eso que, cuando uno lo siente, no es capaz de mantener la mirada impasible, algo se retuerce en tu interior y se refleja en tu mirar, se te siente el vacío, se te nota, te consume la fuerza y te derrota, siempre te derrota. No puedo ni imaginar el terror de quienes pasan hambre en medio de misiles y bombas en la noche y la soledad, o en la inmensidad del mar en una patera, terrible, cruel, espantoso…

Es hora de comer algo, es hora de volver a escapar, es hora de dejar el rubor de verte a ti mismo y volver a colocar la coraza, pero…, sin duda, algo ha cambiado, con el miedo también entró algo de luz, menos mal, ¡menos mal!.

Ella volvió, y él se fue, pero antes me dijo, «ya sabes que siempre puedo volver, hasta la próxima».

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