Bajo la piel de tú verdugo

Las luces se apagaron, y vi como el tiempo sacudía mi cuerpo. De igual modo la mente llevaba consigo algunos secretos que quiso desvelarme de golpe. Desde entonces no volví por allí, para que si quién me vió caer disfruto con todo aquello. La sed se convirtió en pausa y la vida en atropeyos mentales enfurecidos por no ser el creador de mís propios pensamientos.

Quise deternerla, quise tomar el control de mis diarreas mentales que me causaban tanto dolor moral. Por supuesto no eran los hechos los que me atormetaban, más bién los murmullos, y a la vez todo lo que mí mente inventaba con cada estimulo del exterior. Las verdades se confundìan con fantasías y éstas con presencias ausentes que me hablaban en un tono aspero y cruel, retumbaron todos los seres que anidan en mí interior. Entonces me dí cuenta de que no podía fiarme de mí sobredimensionada consciencia. ¿Qué era real y que no?, ¿quién me hablaba desde dentro?.

Eran todos, todos de golpe en mí cerebro que de la noche a la mañana empezó a inventar. Por supuesto había causas, una de ellas la presión a la que estaba sometido. La presión, el estrés, la responsabilidad, el sobre esfuerzo, la falsedad humana, la psique, el recuerdo, la ambición y… el hachis… si el hachis también….

Jamás pensé que el amor podía hacerme tan debil, y a la vez ahí estaban algunos humanos que aprovechaban cada duda para hacerse más fuertes. De ese modo caí, y tardé años en levantarme. Pasé por la inmundicia de los recuerdos confusos, por la traición de algunas amistades, por el vacío existencial del desamor, por las corrientes electricas de un cosmos que se había posicionado justo encima de mí cabeza para no dejarme fluir. Y el corazón se hizo piedra, o más bien metal. Las ganas dejaron de visitarme y las manías más estupidas salieron a la luz. Y allí, bajo aquel techo enfadado, llore todos mis errores. En ese momento supe que no había vuelta atras, supe que había abierto la caja de pandora y que ésta no pararía hasta verme totalmente destruido. Por eso me agarre a mi instinto, que aunque según me decían me estaba fallando, yo sabía que era a lo único que me podía agarrar. Recuerdo cada mirada cínica y cada sonrisa cruel, cada aspaviento engalanado y cada beso de judas.

Con el tiempo logré superarlo, nos sin haber sufrido una transformación brutal hacia la bondad que mí mente retorcida juzgaba a cada paso. Y no es que antes no fuera bueno, sino que la manía de no herir a nadie supuso una paranoia que me dejo el corazón abierto y a la vez helado. Tardé muchos años en volver a calentarlo, a base de amor y mejores compañías. Y el humor, el humor me sirvío como cruel vía de escape, y digo lo de cruel porque lo era conmigo mismo.

Tiempo después me reconocí en las cenizas de un ayer que me hizo polvo, recuperé mis sentidos y mi valor, y ya nunca dejé que nadie pudiera engañarme. Fuí astuto por vencer a mís miedos, los cuales algunos eran míos y otros eran invenciones del exterior, de esos que siendo ajenos te echan encima por la cara.

Así que si un día caes en el horror de los sentidos dispersos, si caes en una especie de LSD natural de la vida, si te ves atrapado en tú interior más horrendo, no grites, ni salgas corriendo, no hay posible escapatoria, sencillamente observa, observate, y luego rie, ya que nuestros pensamientos amenudo son ridiculos y causados por la conbinación de ciertos «alimentos» y algún hijoputa. No dudes en confiar en alguien que pueda darte un buen abrazo sincero, y por nada del mundo te creas todo lo que escuches. Tu vales más que todos tus miedos y todas las malas palabras que puedas escuchar sobre tu persona, que es sabido que los hay que se alimentan de los fracasos, aunque en realidad nunca fracasara en el sentido humano.

Tus enemigos se harán fuertes con cada uno de tus pasos en falso, creceran con cada una de tus batallas perdidas, y cuanto más avances hacia la bondad, más palos caeran sobre tu cabeza, pero ten seguro que ese camino es el que te llevará a la misma esencia que te hizo volar. No lo olvides, si algún dìa volaste, recordarás como volver a hacerlo, y entonces, bajo la piel de tu verdugo, veras la infelicidad de los mediocres, el temblor de los imbeciles que nunca volaron, es entonces cuando debes soñar con más fuerza, es entonces cuando debes abrir tus alas y sacar toda tú furia reconvertida en pasión y belleza. Y de ahí, replegarte y volver al suelo, sin dolor ni prejuicios, sin temor, sin maldad, siendo la mejor versión de ti mismo.

Entonces el viento cesará, y podrás vivir tranquilo…podrás respirar.

SERGIO ZURUTUZA EN SPOTIFY

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *