AQUÉL DESPERTAR
Cómo un suave pañuelo de seda recorrí cada parte de tú cuerpo que húmedo se asombraba de la vida, y fueron tus ojos verdes los que encontré frente a los míos, casi por casualidad rocé uno de tus pechos y en ese momento todos tus poros de la piél se herizaron tanto que pude sentirlos …